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16 de marzo del 2006 |
Transnacionalismo a la ecuatoriana (I)
Edición para Internet: La Insignia, marzo del 2006.
Del libro La migración ecuatoriana
Hasta hace sólo unas décadas, emigrar implicaba una ruptura
casi definitiva con el hogar y la vida que uno dejaba atrás. Exiliados, emigrantes
y refugiados alimentaban su nostalgia con cartas llenas de noticias viejas,
llamadas telefónicas caras y telegráficas, así como encuentros efímeros con
imágenes de su tierra recogidas por la televisión. Hoy, sin embargo, para un
campesino migrante, desplazado en cualquier gran ciudad del Primer Mundo,
resulta relativamente económico hacer una llamada telefónica a su pueblo
perdido en las montañas de un país del Tercer Mundo, donde, con seguridad,
casi no habrá líneas telefónicas regulares, pero sí muchos teléfonos
celulares.
Según su nivel de manejo de computadoras, un migrante puede mantener una relación prácticamente en "tiempo real" con familiares y amigos en sus países de origen, a través del correo electrónico, mensajes instantáneos y video conferencias. Asimismo, quienes han emigrado pueden permanecer actualizados en las noticias locales gracias a los sitios web que periódicos, radios y estaciones de televisión de sus países han establecido en la red. ¿Cómo se ha transformado la nostalgia en esta era posthumana, en la que el cuerpo de un individuo se halla desplazado miles de kilómetros lejos de su hogar, y sin embargo, él o ella pueden estar "virtualmente" allí, ordenando pizza para los amigos o comprando un electrodoméstico para su mamá? Como dicen los anuncios publicitarios de los sitios web dirigidos a inmigrantes: la madre y los amigos están "apenas a un clic de distancia". Esta ponencia constituye una aproximación teórica inicial al caso concreto de los migrantes ecuatorianos en su relación con las nuevas tecnologías de información y comunicación. Se trata de un intento por comprender y definir el punto en el que la nostalgia -experimentada por grupos humanos desplazados de su tierra natal- se encuentra con las tecnologías digitales para crear la posibilidad de comunidades virtuales y transnacionales. Empecemos entonces, por definir lo que se va a entender por nostalgia en el curso de este ensayo. De acuerdo con Svetlana Boym (2001: xiii), "nostalgia (cuyas raíces etimológicas son nostos -regreso a casa- y algia -añorar- es la añoranza de un hogar que ya no existe o que nunca existió". "Nostalgia es un sentimiento de pérdida y desplazamiento, pero es también un romance con nuestra propia fantasía", agrega Boym en su libro The Future of Nostalgia. El uso del término nostalgia que se ha generalizado, está marcado por una connotación negativa que lo identifica con actitudes retrógradas, estacionadas en el pasado y renuentes al cambio y la innovación requeridos por la noción moderna de progreso. Este fenómeno está ligado, probablemente, con la historia del término, acuñado en 1668 por el médico suizo Johannes Hofer para designar una "nueva enfermedad" cuyas víctimas se obsesionaban con la añoranza por su tierra natal. Marineros y soldados en campaña fuera de sus países, así como campesinos emplazados en grandes ciudades, fueron algunos de los primeros enfermos a quienes se les diagnosticó nostalgia, y todos compartían la condición de encontrarse desplazados de sus hogares (Boym, 2001: 3). Para fines del siglo XVII, la nostalgia era considerada una enfermedad "patriótica", cuyos síntomas desaparecían con algo de opio y, en la medida de lo posible, con un retorno a casa. Sin embargo, cuando la epidemia apareció por primera vez en Estados Unidos, durante la Guerra Civil, el médico militar Theodore Calhoun calificó la nostalgia como "una enfermedad vergonzosa que revelaba falta de hombría y actitudes en contra del progreso" (Boym, 2001: 6). Vista a través del cristal de su historia, la nostalgia se revela como un concepto cuyo uso peyorativo empieza con su nacimiento como la palabra que designa una enfermedad y termina en el carácter antiprogreso atribuido a la enfermedad misma. En una aproximación que se aleja de la tradicional, Svetlana Boym afirma que dos tipos de nostalgia caracterizan la relación que uno mantiene con el pasado, el hogar y la añoranza: la "nostalgia restauradora" y la "nostalgia reflexiva". Según la autora, "la nostalgia restauradora pone énfasis en el nostos y propone reconstruir el hogar perdido y parchar los vacíos de la memoria". La nostalgia reflexiva, en cambio, "hace hincapié en el algia, en la añoranza y la pérdida, en el proceso imperfecto de la memoria" (Boym, 2001: 41). Así, mientras la nostalgia restauradora busca reconstruir monumentos dejándolos como nuevos y borrando las huellas del tiempo, la nostalgia reflexiva es una meditación sobre el cambio, el paso del tiempo y la manera en que éste cubre con su pátina los objetos, volviéndolos obsoletos. Partiendo de esta definición alternativa de nostalgia, el uso de tecnologías digitales en relación con procesos migratorios aparece recargado hacia el lado de una nostalgia restauradora que se evidencia, por ejemplo, en la reproducción constante de iconos nacionales (banderas, himnos, recetas de comida típica, etc.) en sitios web dirigidos a migrantes, mientras que son menos frecuentes en la red los brotes de nostalgia reflexiva, es decir, espacios que se dediquen a reflexionar sobre los cambios producidos por el fenómeno migratorio y que aprovechen las tecnologías digitales para generar el debate y la interacción entre los países y sus diásporas. Hacia comunidades extrovertidas y transnacionales Hablar del encuentro entre emigración, tecnologías digitales y nostalgia reflexiva significa, en última instancia, plantearse la posibilidad de construir comunidades virtuales y transnacionales. La comunidad, en este caso, supera el concepto tradicional de Ferdinand Tönnies, según el cual para que exista comunidad se requieren interacciones cara a cara y un territorio (pueblo, barrio, etc.) en el que éstas puedan ocurrir (Bell, 2001: 94). Partiendo de la concepción de las naciones como "comunidades imaginadas", acuñada por Benedict Anderson para ilustrar la idea de que aquello que sostiene juntos a los miembros de una comunidad, no es la interacción cara a cara, sino la construcción de símbolos, costumbres y rituales compartidos que dan forma a su identidad (Bell, 2001: 95), las comunidades virtuales y transnacionales responderían también a aquello que David Morley llama "un hogar extrovertido". De acuerdo con Morley, éste es un lugar (físico o virtual) "que da cabida a una conciencia de sus vínculos con el mundo exterior", y cuya identidad "no está constituida por su historia pura y separada de las demás, sino más bien por su carácter único como punto de intersección en una amplia red de relaciones" (Morley, 1999: 157). La definición de Morley coincide en gran medida con algunas páginas web dirigidas a inmigrantes rusos, según la descripción de Filipp Sapienza: "Los sitios web de inmigrantes no reflejan polarización cultural, sino más bien grados variables de yuxtaposición y mezcla de lo local y lo global… Se m ezclan diferentes culturas, a menudo de una forma conflictiva y contradictoria que, sin embargo, tiene un significado cultural" (Sapienza, 2001). Un fenómeno similar se da en el sitio web "Departamento 15", parte de la edición electrónica del periódico salvadoreño "La Prensa Gráfica". Catorce provincias (llamadas departamentos) conforman el territorio de El Salvador. Como un sitio web (y una sección de la edición en papel del periódico) dedicado a los inmigrantes salvadoreños asentados en el exterior, "Departamento 15" designa un territorio virtual, la décimo quinta provincia del país, donde aquellos que han dejado el territorio físico de El Salvador siempre pueden visitar su tierra natal (1). Las dimensiones local, regional y global interactúan en este sitio, donde el lector puede encontrar noticias acerca de una asamblea de vecinos en Washington D.C., las celebraciones anuales de la independencia de América Central o las últimas regulaciones migratorias del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Más que un sitio web diseñado para proveer a los inmigrantes de información acerca de su país (una tarea cumplida por el resto del periódico), "Departamento 15" se enfoca en los logros de los inmigrantes, sus iniciativas y problemas, de manera que las experiencias de los que dejaron El Salvador puedan ser conocidas por aquellos que se quedaron en casa. Si bien no podemos llamar a "Departamento 15" una comunidad virtual, parece adecuado considerarlo como el hogar virtual de una comunidad dispersa en todo el mundo, así como un síntoma de transnacionalismo.
Notas
(1) Durante los años 80, la guerra civil obligó a cientos de miles de salvadoreños a dejar su país. La mayor
parte de ellos emigraron a los Estados Unidos, donde las dos más grandes comunidades se encuentran
en Los Ángeles y el área metropolitana de Washington D.C. Las remesas enviadas por los
inmigrantes a sus familias en El Salvador constituyen una de las más importantes fuentes de ingreso
para el país.
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