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La insignia
9 de junio del 2006


Aproximaciones de Sacristán a la obra
de Antonio Gramsci (III)


Salvador López Arnal
La Insignia. España, junio del 2006.


IV. Conceptos gramscianos

1. Centro de anudamiento

En la concepción marxista de Gramsci la cuestión "¿qué es el hombre?" entendida como cuestión filosófica no pregunta por la naturaleza biológica de la especie sino por otra cosa que él formula del modo siguiente: "¿Qué puede llegar a ser el hombre? Esto es, si el hombre puede dominar su propio destino, si puede "hacerse", si puede crearse la vida". Piensa Gramsci que todas las filosofías han fracasado hasta ahora en el tratamiento de esa pregunta porque han considerado al hombre reducido a su individualidad biológica. Pero la humanidad del individuo comporta elementos de tres tipos: primero, el individuo mismo, su singularidad biológica; segundo, "los otros"; tercero, "la naturaleza". El segundo y el tercer elementos son de especial complejidad: el individuo no entra en relación con los otros y con la naturaleza mecánicamente, sino "orgánicamente" (con los otros) y "no simplemente (con la naturaleza) por ser él mismo naturaleza, sino activamente, por medio del trabajo y de la técnica" (incluyendo en este último concepto también los "instrumentos mentales", esto es, la ciencia y la filosofía)" (...) Esas relaciones..., son activas, conscientes, es decir, corresponden a un grado mayor, o menor de inteligencia de ellas que tiene el hombre. Por eso puede decirse que uno se cambia a sí mismo, se modifica, en la medida misma en que cambia y modifica todo el complejo de relaciones del cual él es el centro de anudamiento. Con eso ultima Gramsci su reelaboración del concepto de "naturaleza humana" de Karl Marx: "que la "naturaleza humana" es el "complejo de las relaciones sociales" (como ha escrito Marx) es la respuesta más satisfactoria, ya que incluye la idea de devenir... Puede también decirse que la naturaleza del hombre es la 'historia´."

2. Guerra de posiciones

Soluciones "también para hoy" y para "los problemas generales italianos": precisiones suficientes para mostrar que, a raíz de la experiencia internacional, Gramsci, por más que no lo teorice, tiene ya en su pensamiento político los elementos analíticos que lo diferencian de la escatología izquierdista y del maximalismo socialdemócrata. La lucha de clases ha entrado ya en la fase de guerra de posiciones, y hay que pensar en el gris aguante cotidiano en la trinchera y en el también gris esfuerzo por desgastar al enemigo día tras día, sin esperar de nadie la consumación de los tiempos. Y para posibilitar esa lucha corrosiva de ambos bandos hay que introducirse en todos los resquicios de las líneas enemigas, separar de ellas todos los sectores sociales cuyos problemas no sean resueltos por el poder capitalista, dar soluciones propias no ya sólo para los problemas de la clase obrera, sino para "los problemas generales italianos". En este punto se funden la limitación y la perspectiva dilatada de la "guerra de posiciones" que Gramsci teorizará en la cárcel: la necesidad de expansión política para recoger todos los "problemas generales italianos"-necesidad vista como rebasamiento de la real limitación de la política seguida hasta entonces- es, por una parte, reconocimiento de que el partido no es en sí mismo la universalidad de la clase obrera, "el partido de la clase obrera" como dice el exaltado sectarismo, sino, según escribe Gramsci inmediatamente antes del texto últimamente citado, "una fracción orgánica del proletariado"; precisamente por eso ha de buscar en su política la universalidad que no tiene en su composición. Pero, por otra parte, esa expansión política es también indicio de que tras la gris o hasta negra cotidianidad de la guerra de trincheras se esconde la preparación de una futura fase de guerra de movimiento, definitiva a causa del desgaste sufrido por las líneas enemigas y a causa de la universalización política de los motivos propios.

Gramsci no dará sistemáticamente la doctrina de la hegemonía y de la alternancia de guerra> de posiciones> y guerra de movimiento sino en los cuadernos de la cárcel. Pero las ideas básicas de la misma están presentes en su práctica desde 1923. Lo están también en manifestaciones teóricas acerca de puntos parciales, señaladamente acerca del problema que es central en toda esta cuestión, el problema del partido revolucionario...

3. Bloque histórico

La idea de "bloque histórico" es otra de las afortunadas acuñaciones de conceptos a las que ya se ha hecho referencia y que son acaso el fruto más permanente de la obra teórica de Gramsci: como si en el forcejeo teórico Gramsci hubiera conseguido una agudización de la capacidad de percibir y nombrar el objeto esencial de sus esfuerzos. En este caso -"bloque histórico"- se trata de la totalidad y unidad concreta de la fuerza social, la clase, con el elemento cultural-espiritual que es consciencia de su acción y forma del resultado de ésta. El concepto -con ese nombre o con otro- es sin duda imprescindible para un marxismo verdaderamente dialéctico, que no entienda positivísticamente la historia como evolución fatal y lineal de los fenómenos económicos. Pero en la misma presentación del concepto se aprecia la causa por la cual Gramsci no pudo decidir nunca sino dentro del dilema "ideologismo-o-reformismo". Las frases de Marx de cuyo vago recuerdo parte la reflexión de Gramsci son sin duda del tipo de la célebre "la teoría se hace fuerza cuando aferra las masas" (Die Theorie wird zur Macht, wenn sie die Massen ergreift).La formación idealista-culturalista de Gramsci le hace identificar "teoría", la palabra usada por Marx, con "ideología". Gramsci no ve pues la posibilidad de que la mediación entre la fuerza social (la energía de la clase obrera) y la intervención revolucionaria sea de naturaleza científica, de la naturaleza del programa crítico; para él, la única mediación posible es una nueva ideología, la adopción por el marxismo de la forma cultural de las religiones y de los grandes sistemas de creencias, sintéticos y especulativos, de la tradición. En la época anterior a su detención, Gramsci ha expresado eso sin reparos. He aquí un ejemplo. "Los socialistas marxistas no son religiosos: creen que la religión es una forma transitoria de la cultura humana que será superada por una forma superior de la cultura, la filosófica: creen que la religión es una concepción mitológica de la vida y del mundo, concepción que será superada y sustituida por la fundada en el materialismo histórico [...]" (A 26-VII-1920; SM 415). Ese categórico texto contiene -junto con la tesis marxiana de la caducidad de la religión- dos tesis incompatibles con la crítica de Marx (y de Engels) a la ideología: primera, la admisión de la validez futura de la filosofía como visión sintética o constructiva del mundo; segunda, la comprensión del materialismo histórico como un producto cultural funcionalmente idéntico a la religión, o sea, como un producto cultural ideológico.

4. La filosofía de la práctica

La "filosofía de la practica" de A. Gramsci no es un pragmatismo, sino un modo de pensar que historiza los problemas teóricos al concebirlos siempre como problemas de cultura, de hegemonía de las clases en la sociedad y de la consiguiente vida global de la humanidad a través del tiempo. "Lo que interesa a la ciencia" escribe Gramsci, "no es tanto [...] la objetividad de lo real cuanto el hombre que elabora sus métodos [...], que rectifica constantemente sus instrumentos materiales [...] y lógicos (incluidos los matemáticos); lo que interesa es la cultura [...], la relación del hombre con la realidad por la mediación de la tecnología. Incluso en la ciencia, buscar la realidad aparte de los hombres [...] [no es sino] una paradoja. "Para la filosofía de la práctica el ser no puede separarse del pensamiento, el hombre de la naturaleza, la actividad de la materia, el sujeto del objeto: si se practica esa separación, se cae en la abstracción sin sentido".

La filosofía ha de entenderse en la práctica de la humanidad, o, como escribe Gramsci, "concretamente, es decir, históricamente". Gramsci alude alguna vez a los precedentes de la filosofía de la práctica que cuajará en la obra de Marx: Tomás de Aquino, aún en línea con los griegos, pero con mayor énfasis, ha enseñado que "el entendimiento especulativo se hace práctico por extensión". Leibniz y Vico se han visto, en el otro extremo, arrebatados por un activismo del pensamiento: "Las cosas más especulativas son las más prácticas" (Leibniz); "Lo verdadero es el hecho mismo" (Vico). Hegel, por último, ha enseñado que "todo lo real es racional". La filosofía de la práctica ha de poner esos atisbos en un terreno nuevo: no es que la especulación se haga práctica por extensión, o que sea paralela de ésta, o la disuelva en sí, sino que la realidad humana es práctica, hecha por el hombre, y conocerla es hacerla. Por eso el tema de] hombre es "el problema primero y principal de la filosofía de la práctica".

5. Tercer organismo

Acaso mejor que el incidente en el IV Congreso sirva para documentar la creciente rotura de Gramsci con el sectarismo de la izquierda la experiencia de los "Arditi del Popolo". Era ésta una formación para-militar de defensa del pueblo contra la creciente violencia fascista, apoyada por la policía. Los "Arditi del Popolo" eran, pues, una organización popular unitaria, un "tercer organismo" de nuevo, de los que Gramsci ha dicho siempre, junto al partido y el sindicato, para sostener y dirigir la lucha de la clase obrera. El 12 de julio de 1921 había publicado en L'Ordine Nuovo -y en primera página- una entrevista con el jefe de los "Arditi" Arrigo Secondari. El día 14 Bordiga replicaba en el mejor estilo sectario: un comunicado del Comité Ejecutivo del PCI, dominado por los izquierdistas, se oponía a la adhesión de los comunistas a los "Arditi del Popolo" porque "el encuadramiento militar del proletariado debe ser sobre la base del partido", de un partido que conseguiría poco más del 3% de los votos en las inminentes elecciones. Al día siguiente aparecía en L'Ordine Nuovo un artículo de Gramsci en favor del movimiento. Y el 7 de agosto el CE zanjaba el problema, convirtiéndolo en cuestión de disciplina.

6. Consejos obreros

Está claro que 'consejo' es traducción de soviet. Y está fuera de duda que Gramsci ha visto pronto en los soviets lo verdaderamente no particular de la Revolución rusa. "El hecho esencial de la revolución rusa es la instauración de un nuevo tipo de Estado, el estado de los Consejos (...). Todo lo demás es contingente (...)". Y a finales del verano de 1920, cuando ya son manifiestas las dificultades de la lucha de los consejos obreros de Turín, su aislamiento respecto del país, y cuando Tasca desde la derecha y Bordiga desde la izquierda pueden avalar su oposición al teórico de los consejos turineses con la presumible tragedia final de éstos, Gramsci reafirma aún el origen soviético de su política de aquellos años. "¿Hay en Italia, como institución de la clase obrera, algo que pueda compararse con el Soviet, que tenga algo de su naturaleza? (...) Sí (...); es la comisión interna" (de fábrica). Pero si la concreta influencia rusa y leninista en la doctrina gramsciana de los consejos obreros está fuera duda, la tenacidad de Gramsci en este punto y la continuidad del motivo en todo su pensamiento -incluso, con formas diversas, en la cárcel- se debe a lo que antes se ha indicado como raíz de su leninismo: la coincidencia de problemática con Lenin, la cual da un fundamento muy sólido a la coincidencia (más o menos estrecha) en las soluciones. Los consejos son la concreción del orden nuevo ya en el seno del viejo orden relativo, o absoluto desorden capitalista. Por lo tanto, son algo distinto del sindicato -característica arma de lucha "corporativa" o "estamental" en el desorden de la sociedad burguesa- y también diferentes del Partido político, en cuyo origen el orden socialista no es más que aspiración. Vale la pena notar que la idea de un "tercer organismo" revolucionario -además del partido y del sindicato- aparece en la actividad de Gramsci muy pronto: por ejemplo, y como "club de vida moral", en 1917. Pero cuando cristaliza en la tesis de los consejos de fábrica, la búsqueda, tan gramsciana, de los gérmenes del orden nuevo en el tiempo viejo, antes de tiempo, por así decirlo, y con consciencia de ello, va a suscitar el entusiasmo de los metalúrgicos de Turín y el desconcierto y la oposición de las que un día serán la derecha y la izquierda comunistas italianas.


Referencias

1. "Gramsci, A.", Papeles de filosofía, op. cit, pp. 414-416.
2. El orden y el tiempo, op. cit, p. 166.
3. "La formación del marxismo en Gramsci", Panfletos y materiales I, op cit, p. 80.
4. "Corrientes principales del pensamiento filosófico contemporáneo", Enciclopedia Labor, vol X, p. 798.
5. El orden y el tiempo, op. cit, p. 156.
6. Ibídem, pp. 126-127.



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