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3 de junio del 2006 |
número 1 de Colombia
Paul Medrano
En la actualidad existen dos baluartes colombianos dignos de asombro: las caderas de Andrea Rincón y los libros de Efraím Medina Reyes.
Nacido hace 36 años en Cartagena de Indias, desde 1996 vive en Bogotá. Estudió medicina y economía, pero las abandonó para convertirse en el más importante escritor colombiano de su generación y el que más expectativas despierta desde García Márquez. Ha escrito y dirigido teatro y películas. Bajista y autor de todas las canciones de la legendaria banda Siete Torpes (con quienes editó Canciones mediocres y Canciones aún más mediocres), se ufana de sus 15 peleas como boxeador aficionado (en las que nunca ganó), de haber sido goleador en un campeonato de futbol playero y de una impresionante racha de novias gordas. Entre sus libros figuran Una pared y otros poemas, Seis informes, El automóvil sepia, Cinema árbol y otros cuentos, Érase una vez el amor pero tuve que matarlo, Técnicas de masturbación entre Batman y Robin y El sexo de la pantera rosa. Entre 1991 y 1994 en compañía de un grupo de amigos con los que había fundado la empresa Fracaso LTDA (cuyo eslogan era: "Donde se necesite un fracaso, allí estaremos") se dedicó a hacer películas en video como Versión de sujetos al atardecer, No te aferres a nada que no puedas abandonar en 5 segundos y Ejercicios del ansia. En 2005 publicó su libro de poemas Pistoleros/putas y dementes (Greatest Hits) y en breve saldrá su nueva novela La mejor cosa que nunca tendrás. La carrera literaria de Medina comenzó a mediados de los ochenta, escribiendo poemas, siguió con cuentos y luego se metió a las novelas. En 1990, cuando WGC Editores publicó El automóvil sepia en una edición de lujo, hecha a mano, de sólo 100 ejemplares, el libro despertó la ira de un grupo de feministas en Cartagena que compraron toda la edición y la quemaron en un plaza del Centro Histórico, una crónica de la época afirma que el propio autor contribuyó a la hoguera con varios ejemplares. Debido a su alto contenido machista y misógino (lo cual afortunadamente es cierto) lo han comparado con Bukowski y Miller, pero Medina va más un tanto más allá, su obra está cargada de reminiscencias dispares y atemporales: literatura, música, comics, cine y mucho sexo entretejido con prosa en ráfaga y reflexiones de alto calibre que independientemente si guste o no, es casi seguro que asombra al lector. Medina considera que su comparación con el padre del realismo sucio es un caso similar a lo que sucedió en España con Ray Loriga y en Cuba con Pedro Juan Gutiérrez. "Bukowski bebía seguido, le gustaban las mujeres y darse trompadas con los idiotas. Sabía que la tenía jodida en el mundo Marlboro y que nunca sería invitado a tomar el té con las señoras de bien. Mis vicios están en la misma línea pero si se fuera Bukowski por beber, andar con mujeres y pelearme, en Colombia seríamos millones de Bukowski", justificó el escritor en una entrevista. Medina es el primer novelista colombiano en mucho tiempo que despierta verdadero culto entre sus lectores más jóvenes, pero fue acusado de vulgar, machista, irreverente y la crítica ingenua lo bautizó como el chico malo de la literatura colombiana: "En un país de tías solteronas, pacato y miserable como Colombia ser irreverente es la cosa más sencilla del mundo, basta gritar un par de verdades con las palabras justas. Irreverente es la palabra que usan algunos idiotas para descalificar lo que no entienden o no aceptan", dijo el escritor. El hecho de ser un público detractor de García Márquez le ha valido para que los macondistas reprueben su obra, lo cual sólo ha incrementado el interés hacia Medina. Al Gabo lo ha definido como el Rey Reptil: "Me recuerda a las luminarias del alumbrado público que había en la calle donde nací. Hacía siglos que se habían fundido y nadie se preocupaba por cambiarlas, al cabo, cuando estaban en servicio, tampoco servían para un culo". -¿Su crítica a García Márquez es la del hijo que quiere matar la sombra del padre? -le preguntaron alguna vez-. Y Medina contestó: No podría tener un padre tan feo, enano y maricón. Pero no sólo García Márquez ha sido objeto de los ataques de Medina, también se ha referido a Shakira: "Me avergüenza que se la relacione con la cultura colombiana. Es un producto de Miami"; de Juanes: "Es un muñeco de plástico que se vende, se consume y se olvida"; de Marcela Serrano: "Una escritora frígida"; de Germán Espinosa: "Es una momia ilustrada"; de Paulo Coelho: "Tengo un suéter que dice 'Paulo Coelho me la chupó'" e incluso de J. K. Rowling: "Le deseo una pronta muerte, así los niños se libran de ella". Aunque el escritor cartagenero no teme ganarse enemigos con sus críticas a diestra y siniestra: "Si alguien es incapaz de tolerar lo que digo entonces lo prefiero de enemigo. Soy de los que creen que cualquier crítica debe ser bienvenida, porque sólo es la opinión de alguien y uno tiene la opción de responderles o no. Las polémicas, en el aletargado medio literario atraen la atención del público y hasta generan lectores, porque la gente está cansada de las sociedades del mutuo elogio o de aquellos que se creen dueños de la verdad". El poeta Juan Manuel Roca denominó el estilo de Medina como la urbanidad de la carroña, lo cual podría ser la definición de su narrativa bella, intensa y feroz; aunque Medina se deslinda de cualquier apelativo que tenga que ver con la irreverencia y la marginalidad: "Escribir es una cosa más en la vida, no tengo la literatura por religión y tampoco creo que escribiré para siempre. Tengo pasión por la vida, y el culo y la mente se aplanan mucho cuando pasas demasiadas horas frente a la pantalla de un computador. No creo que beber, bailar y decirle a algún hijueputa lo que se merece me conviertan en un escritor marginal. Los escritores malditos o que pretenden hacerse los malditos no tienen cabida en este país donde cada día hay masacres y explotan bombas en los Centros Comerciales". Hace poco alguien le preguntó: ¿Cuántos libros ha leído? Y Medina contestó: menos de los que he escrito. |
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