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17 de enero del 2006 |
La prostitución no es un problema:
Texto: Justine Abellán (*)
La ofensiva contra los derechos de los trabajadores del sexo, tradicionalmente dirigida en España desde la extrema derecha y las organizaciones afines a la Iglesia católica, tiene nuevos y tal vez inesperados referentes. En el año 2005, el Partido Comunista de España (PCE) se sumaba a las fuerzas prohibicionistas, ocultas ahora -en consonancia con la moda de la mayoría moral estadounidense- bajo el eufemismo de abolición. Esta misma semana, la Unión General de Trabajadores (UGT) hacía lo propio y abría un sorprendente capítulo en la crisis de la izquierda, el dedicado al sindicalismo que criminaliza a los trabajadores y se niega a representarlos.
La Insignia ofrece hoy a sus lectores un necesario contrapunto al despropósito anterior: tres de las intervenciones que se pudieron oir en mayo del 2005 durante las jornadas «Derechos de ciudadanía para las trabajadoras y los trabajadores del sexo», organizadas en Madrid por el sindicato Comisiones Obreras. Bueno, la verdad es que mis compañeras me lo han dejado difícil, eso de ser la última me ha desmontado el chiringuito. Yo no suelo llevar los deberes hechos casi nunca, con lo cual voy a improvisar. Primero que nada agradecer, sobre todo a mis compañeros de Comisiones en esta sala, a la Secretaría de la Dona, en Cataluña, que nos ha apoyado mucho. Y lo primero que voy a decir, porque va a colación de lo que vengo después a decir, es que todo lo que voy a decir está muy legitimado, sobre todo por el tipo de trabajo que hemos realizado, tanto mis compañeras como yo. El hecho de trabajar en la calle, el hecho de regentar locales, haber hecho de mediadora social, estar en la Secretaría de la Dona en Comisiones Obreras, estar en contacto diario con trabajadoras sexuales en carretera, en la calle, en un local, creo que nos legitima para poder decir realmente qué es lo que piensan, a diferencia de otras que desconocen bastante el tema. Primero que nada, la verdad, darles las gracias a la señorita, perdón si me equivoco, Pilar Alvarado, porque me encantó tu intervención. Y de verdad, nuestro apoyo. Eso para empezar. A partir de ahí quisiera decir que las trabajadoras del sexo no deseamos ni necesitamos que nos salve nadie, entre otras cosas porque tenemos voz y sabemos pensar, tenemos capacidad de organizarnos, y lo estamos demostrando. Con lo cual les diría a ciertos sectores sobre todo que dejen, si hablamos de explotación, que dejen de explotar el filón y que utilicen otros argumentos. Posiblemente lo que más moleste es el hecho de que conseguimos autosuficiencia económica y que además tenemos todo el control sobre nuestro sexo. Quizás ése sea el problema. La prostitución no es un problema, el problema es la hipocresía social. A partir de aquí creo que voy a ser bastante concreta, o sea, vamos a diferenciar lo que es prostitución y lo que es esclavitud. Se hace prostitución voluntaria o bien por necesidad laboral, pero ¿cuánta gente trabaja en cosas que no le apetecen? ¿cuánta gente tiene diferentes titulaciones y no las puede ejercer y está haciendo otros trabajos porque tiene que pagar la hipoteca o porque tiene que comer? Otra cosa es el tráfico, otra cosa es la explotación forzadas de menores, mujeres, de quien sea. Eso sí hay que combatirlo y hay que saber diferenciar muy bien qué es una cosa y qué es otra, porque la explotación existe en el textil, en la hostelería, en el campo... cualquier persona que se sienta en situación irregular está explotada. Si legalizamos vamos a conseguir que esa situación irregular termine, y de alguna manera será más fácil luchar contra las mafias y el tráfico. Por otro lado, por aquí se hablaba de eso, que es difícil desactivar las bandas. Es que la legalidad es un problema, porque no se sabe muy bien dónde empieza una cosa y dónde termina la otra. Contestarle a la señorita Soledad Murillo: por favor, que el trabajo es otra cosa. Pues para mí la política yo creo que también es otra cosa. Creo que quienes nos utilizan en sus discursos debieran conocer mejor de lo que hablan, y sobre todo conocernos mejor. O sea, no mordemos, se nos puede venir a hablar, y nosotras explicamos. Sería mucho más fácil. Las propuestas abolicionistas tienden a esconder bajo la alfombra todo lo que molesta a esa falsa moral. Ése es el gran problema. ¿Vamos a ser de verdad progresistas o vamos a seguir con esos discursitos y excusas? Yo creo que como que mejor que no. De verdad, vamos a ser serios de una vez y vamos a valorar las cosas como son, es un trabajo y no hay que tener miedo. O sea, nadie roba el marido de nadie. O sea, yo creo que el problema de esos miedos creo que también es un poco nuestra gran falta de educación sexual. Y yo siempre he dicho que la prostitución evidentemente es algo que se va a abolir, pero el día que de alguna manera todos tengamos una gran cultura sexual, y entonces posiblemente no haya señores que necesiten del uso de las trabajadoras sexuales. Mi compañero decía "es una psicología", y no es coña, no os riáis, lo es. Por otro lado, no sé, parece como que existe como miedo a hablar claramente. Y a mí ya me empieza a molestar bastante eso de tantos nombres, el problema es el mal uso que se le dé. A mí me da exactamente igual que me llamen puta, prostituta o trabajadora del sexo, porque gano lo mismo me pongan el nombre que me pongan. Pero el problema es el respeto y sobre todo lo que me preocupa es el uso que se le da cuando esa palabra se dirige hacia una persona que no lo ejerce, cuando se utiliza como insulto, como arma arrojadiza. Lo que hay que hacer es reeducar. O sea el problema no es decir "puta", el problema es cómo se dice y cómo se argumenta, hay que reeducarnos bastante. No me queda mucho más, y lo único que voy a hacer, es lo único que traía escrito de verdad, son unas reflexiones, porque como sindicalista lo que me toca es un poco soluciones, o hacer unos planteamientos de por qué se debe legalizar. En principio os diría que en una sociedad democrática en la que todavía existen personas marginadas no es ético ni de recibo, ni tan siquiera en nombre de la moral, pretender su erradicación, porque lo único que se consigue es favorecer la represión y la indefensión de quien realmente se pretendía defender. Sólo desde la honestidad, desde el diálogo y la capacidad de desaprender absolutos códigos de falsa moral y con voluntad de progreso podemos entender los derechos y las necesidades de este colectivo laboral. No olvidemos que la Constitución española defiende expresamente, según el artículo 35.1, la libre elección de oficio y el derecho a no ser discriminado por ello, artículo 14, se insta a los poderes públicos a legislar, si fuera necesario, para su protección. Eso forma parte del artículo 9.2. Por ello, por sensibilidad y coherencia democrática solicitamos al Parlamento español que adopte una postura positiva ante la demanda de una reglamentación que habilite por ley lo que nos corresponde por derecho constitucional. En una sociedad democrática en la que existe un colectivo laboral marginado, la verdad, por comodidad moral es una utopía y sólo provoca el abuso. Yo desde mi posición de trabajadora y como mediadora y como sindicalista, y después de todo lo aprendido de mis pasos por LICIT, por AMBIT DONA, por Comisiones y mi trabajo en la calle, en locales y demás, creo poder decir a esta mesa y a todas las que estáis aquí que estamos preparadas -y no os quepa la menor duda- para realizar nuestras propias propuestas. Eso es lo único que tengo que decir. Gracias. (*) Justine Abellán ha sido trabajadora del sexo y ha regentado locales de alterne en distintas ciudades del España; posteriormente fue mediadora social, y en la actualidad ejerce como orientadora de derechos civiles, siempre en relación con la prostitución. Ella está afiliada a Comisiones Obreras de Cataluña y es una de las personas que está impulsando la posibilidad de construir la organización de trabajadores y trabajadoras del sexo en el sindicato. |
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