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La insignia
29 de diciembre del 2006


Los vínculos del escritor (II)


Santiago Rodríguez Guerrero-Strachan
La Insignia. España, diciembre del 2006.


La dislocación moderna

Salman Rushdie argumenta en un famoso ensayo acerca de las distintas tradiciones presentes en la literatura en lengua inglesa. Además de la visible de Geoffrey Chaucer, Philip Sidney, William Shakespeare y algunos más, confeccionada por Samuel Johnson, y que ha ido perviviendo con pequeñas variantes hasta mediados de los años sesenta, el escritor angloindio da cuenta de otra, subterránea, olvidada o negada, pero también presente: la de aquellos que han puesto en tela de juicio los valores imperantes.

No sé si José María Ridao conoce el ensayo, pero al menos retoma el concepto de "segunda tradición" para el ámbito español. No cabe duda de que el término no es el más pertinente, y que sería mas acertado llamarla "la otra tradición", pero a pesar de los salvedades que haya que ponerle a su denominación, el concepto es interesante.

La cultura occidental, pues en un principio Ridao no se circunscribe a la española sino a la occidental, se articula en torno al canon apolíneo según la peculiar interpretación de los renacentistas. De lado quedan los elementos dionisíacos o perturbadores que convivieron con lo apolíneo en Grecia. Sin embargo, nunca fue posible eliminarlos y, de tiempo en tiempo, volvían a la superficie, ya sea en los silenos de Erasmo de Rotterdam o en alguna pintura de Albert Durero.

En España el intento por escribir algo que se salga de los cánones establecidos aparece en Miguel de Cervantes. El "Quijote" es, en gran medida, una obra que subvierte lo que entonces era el romance épico en prosa y que iluminará el nacimiento de la novela moderna. El precio que tiene que pagar, sin embargo, es alto, pues no son pocos los que advierten, sobre todo en torno a la fecha de 1898, los elementos críticos -ya conocidos con anterioridad y razón por la que su ejemplo estuvo ausente en España hasta entrado el siglo XIX-. Tampoco importan mucho todas las objeciones que se le habían puesto, y que habían sido llevadas a la práctica con insistente regularidad en Francia y en Inglaterra. "Gargantúa y Pantagruel" o "Tristram Shandy" son incomprensibles fuera del ámbito cervantino. Como también lo son en gran medida las novelas de Clarín y de Benito Pérez Galdós, por no hablar de algunas del realismo social o "Tiempo de silencio", liquidadora de ese realismo.

Lo de menos es la división entre idealistas y realistas, aunque mucho menos importante aún es la materialización del supuesto espíritu nacional en el "Quijote", que Miguel de Unamuno y, tras su estela, los organizadores del tercer centenario de la novela, subrayaron.

Se quiera o no, Cervantes da cuenta de la dislocación el sujeto moderno dentro del contexto español de su tiempo. Huérfano de certeza, preso de las convenciones sociales de su tiempo, consciente de la limpieza de sangre, en la escritura encuentra el camino para ir criticando todos los valores de su mundo, y para ello echa mano del "Elogio a la locura" de Erasmo, con todo lo que ello conlleva. Vuelvo a repetir que la lección la tuvieron en cuenta franceses y, sobre todo, ingleses, hasta que Clarín escribe "La Regenta" y Galdós da a la imprenta algunas novelas como "Fortunata y Jacinta" y "Tormento". La cáfila de escritores que se quisieron cervantinos no pasaron de vulgares imitadores de los giros y modismos de los siglos XVI y XVII, ya agotados para entonces.

Con anterioridad, José Cadalso y José María Blanco White se dan cuenta de la necesidad que el país tiene de un rumbo distinto. En sus cartas, en sus ensayos, escritos literarios o traducciones, buscan un nuevo espacio público, espacio que han de construir en gran maera, pues los varios siglos de inquisición y la censura que aún pervivía, habían destruido todo atisbo de sociedad que fuera libre y no sierva. Las reacciones críticas contemporáneas que la prensa publica, la peripecia personal de Blanco White, el silencio que la posterioridad les inflingió o el encumbramiento de escritores menos interesantes pero más mansos, dan buena cuenta de ello.

Ridao reconsidera al Manuel Azaña escritor, no muy alejado del político, al tiempo que insiste en los valores de Juan Goytisolo, o recupera con acierto la obra de Luis Martín Santos. La búsqueda de una sociedad ilustrada, comprometida con los valores de la Ilustración y de los derechos humanos, así como con la modernidad, en España ha ido ligada a la heterodoxia, más por el empeño de gente como Marcelino Menéndez Pelayo, algunos escritores noventayochistas, y las dictaduras que han ido jalonando nuestra historia, que por voluntad expresa de los propios escritores y políticos modernizadores. Resulta significativo que el "Quijote" fuera tan bien recibido en Inglaterra y que en ella se fijaran nuestros escritores menos conformistas para aprender la libertad de pensamiento y la renovación literaria que los tiempos requerían.



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