Mapa del sitio | Portada | Redacción | Colabora | Enlaces | Buscador | Correo |
12 de abril del 2006 |
El TLC como ejemplo
Juan Sebastián Roldán (1)
«Porque no hay mejor manera de conocerse a sí mismo que mirándose en contraste
con lo que es distinto» -William Ospina- La semana pasada, en uno de los diarios más importantes del Ecuador, relataban la intención de uno de los barrios más conocidos de la ciudad de Guayaquil, Urdesa, de cercar sus fronteras con el resto de la ciudad por medio de una muralla. Los habitantes del lugar llegaron a su tope de tolerancia, y ante la creciente tasa de delincuencia, y muy probablemente auspiciados por el éxito obtenido históricamente por las divisiones físicas, han propuesto al alcalde de la ciudad arrancar de lleno la posibilidad de que los delincuentes se tomen "su" espacio público. Tras leer la nota, nos preguntábamos si la humanidad habrá equivocado sus pasos al haber intentado derribar muros, romper barreras, acabar con los límites entre unos y otros desde hace ya milenios (2). Nos preguntábamos si efectivamente somos tan cíclicos como los desertores del "progreso y el desarrollo" enuncian. Acaso los ladrillos no significan la verdadera lejanía, y sí el racismo, el machismo, el feudalismo, el patriarcado. Hacia allá va nuestro análisis. Quisiéramos que tras leernos, quienes aventuren su tiempo entre letras de un país vecino, se pregunten cuantas de las barreras hoy presentes siguen determinando lo que el derrumbe de un par de ladrillos no ha logrado. Sin embargo podríamos afirmar que los seres humanos seguimos creyendo en los topes, en los límites, en los espacios que separan la posibilidad de convivencia y cooperación entre unos y otros . Eso ha evidenciado el proceso de firma del TLC de Ecuador con los Estados Unidos y las secuelas que este ha traído. Mientras países como los de América Central, Chile y Colombia fueron buscados por los Estados Unidos para la negociación unilateral del tratado, en el Ecuador fue el Gobierno de Lucio Gutiérrez (4) en manos de su ministra de comercio exterior, Ivonne Baki, quienes solicitaron de todas las maneras posibles la entrada del Ecuador en el proceso. Antes de que quienes supuestamente engendramos la legitimidad del Gobierno sepamos de la negociación, apresuradamente la misma ministra Baki había configurado un equipo negociador conformado por empresarios que corporativamente defendían sus áreas (textil, industrial, agrícola, etc.) y funcionarios cercanos al proceso de la OMC que no conocían ni cercanamente la realidad del país en nombre del cual negociaban (5). Del otro lado varios colectivos comenzaron a posicionarse en contra de la negociación, enunciando las atrocidades que se estaban cometiendo en nombre de una "integración al mundo" necesaria e inevitable. Para justificar la imposibilidad de no firmar o retrasar el proceso, los interesados en la negociación afirmaron y lo hacen hasta hoy como punto álgido de su defensa, que el hecho de que Colombia y Perú negociasen con la voracidad que lo hicieron, nos presiona a firmar a cualquier costo. Hace un año, en las calles de Quito la ciudadanía empoderada pedía la salida del Presidente por haber ultrajado el poder judicial para guardarse las espaldas en los cientos de denuncias por corrupción que en su mandato florecían. Justamente ahí, muchos colectivos políticos fortalecieron su posición ante el Tratado de Libre Comercio pero su voz fue decayendo ante la necesidad de identificar como objetivo principal a la salida del presidente que con medidas autoritarias pretendía acallar la voz de toda una ciudadanía (6). En abril del 2005 Gutiérrez cayó, y Palacio, el nuevo presidente, declara el primer día de su mandato que convocará a una consulta popular para realizar las reformas políticas que el Ecuador necesita. Paradójicamente los meses que siguieron determinaron que ningún cambio llegaría, pues el Presiente se apoyó en un Congreso viciado por la trinca y las mafias que conducen el país para intentar modificaciones que les habrían quitado el pedazo territorial y de poder que con tanto celo guardan. Hasta hoy nos preguntamos, al ver al ex vicepresidente de Gutiérrez, hoy presidente de la República del Ecuador, si su problema fue una ingenuidad con tintes de candidez, o un sistema -Saturno- que devora sus hijos para que no lo lleguen a desafiar. Es justamente entonces cuando se evidencia un fenómeno que debe ser resaltado para entender uno de los puntos cruciales que marcan las relaciones sociales, políticas y económicas en el país, la oclusión social. Sostenemos que la exclusión en el Ecuador es un fenómeno que queda claro a los ojos de un transeúnte cualquiera. Sin embargo el problema es mucho más grave pues no es que hemos configurado únicamente una relación de centro- periferia, ni excluyente- excluido, sino que el Sistema ha levantado barreras que hacen impenetrable a los grupos de la periferia su acercamiento al centro. Estas barreras son tanto físicas -urbanizaciones privadas, restaurantes, centros comerciales, discotecas y hasta plazas públicas (7)- como psicológicas, a partir de la generación de una propaganda que abona el miedo social y la desconfianza galopante entre conciudadanos, o sociales que aportan a creer que la ciudadanía no debe responder ante lo naturalmente o hereditariamente ha sido encargado a ella, es decir mantenerse dentro del campo de la opresión aún cuando la represión galopante se expresa desde los ámbitos laborales privados, hasta el trato personal con las burocracias públicas (8). A pesar de la relevancia de las anteriores, las barreras más comprometedoras son las económicas y las políticas, pues dentro de las primeras deberíamos preguntarnos quiénes acceden a formación para generar empresas propias, trabajan con incentivos para ascender en sus empleos o acceden a créditos en los bancos del país; y desde el punto de vista político, quiénes siguen corriendo en las elecciones desde hace veinticinco años toman las decisiones para que eso no cambie; y peor aún, quiénes creen estar capacitados para opinar sobre los puntos clave del presente y futuro del Ecuador (9). No es tan fácil como que la sociedad haya generado estas barreras, sino que los topes, candados y cadenas que bien impiden la entrada de los "ignorantes" - llamados en otros lugares ciudadanos con deberes y derechos, que son quienes le brindan la legitimidad a un gobierno pues de ellos nace el origen del mismo y en ellos recae la responsabilidad por la marcha de un país- han sido construidas desde el esquema feudal fundante del Ecuador. Fue el sistema de haciendas en el que, desde la misma conquista, el que a partir de premisas como el racismo, el machismo y el patriarcado (10), el clientelismo en forma de patricios y esclavos ha perdurado, tanto en la práctica como en el discurso de quienes hoy como entonces manejaban intangibles los hilos del país. Nacieron las movilizaciones indígenas con cierres de carreteras en puntos focalizados, pero fueron ellas quienes potenciaron a cientos de grupos sociales y políticos de distinta índole, a sumarse a las protestas; tanto por la desinformación del proceso, como por la falta de sures que determinen el horizonte al que la negociación pretende llegar. Esta negociación al final, además de evidenciar la penosa división del país entre quienes tienen, guardan y aprecian la información, el capital y el poder y quienes por sus vías quieren participar de las decisiones cruciales de su futuro, ha dejado claro que dichas diferencias tras la firma o no de este tratado crecerán. Las intenciones del equipo negociador inicial, de pasar este "técnico" proceso por debajo de la mesa y calladitos sorprender a los y las ecuatorianas con las buenas nuevas después de que todo haya sido cerrado, se les dio la vuelta en la cara, pues la reacción ha sido mucho más severa que si el Gobierno, con un ápice de responsabilidad habría informado a tiempo y precisamente sobre los temas que atañen a los más necesitados. Esto ha potenciado a que el clamor por el no y el sí crezcan a pasos agigantados en el Ecuador, dividiendo regionalmente al país (11), y dejándonos a todos a expectativas de las reacciones de los dos bandos a partir de la firma y ratificación de los dos congresos. La fragmentación encuentra tierra fértil a muy corto plazo y las consecuencias seguramente afectarán a quienes menos las necesitan. Otra vez más en el Ecuador las posiciones son tan antagónicas que es de temer que las palabras se agoten y otros mecanismos se vean como medidas posibles. Por otro lado este engorroso asunto nos ha llevado a evidenciar que los productos agrícolas de consumo interno, sostenido en su mayoría por pequeños productores han sido abandonados a su suerte, permitiendo que el mercado, tomado por mafias, determine el futuro de miles de mestizos e indígenas en la sierra y campesinos en la costa, que han migrado hace tiempo y lo harán más ardorosamente, en caso de que el tratado se firme, a las grandes ciudades a mendigar espacios en esta periferia mal, pero estratégicamente construida. Y en este proceso de oclusión social, es decir de cierre de canales que deberían estar abiertos, de obstrucción de una apertura que permitiría la integración social, siguen argumentando los mismos, lo mismo que argumentaron sus antecesores: Los ignorantes no tienen posibilidades de opinar; los indígenas no hacen sino seguir como ovejas lo que sus dirigentes les obligan pues no tienen criterio para saber sostener un contrapunto; quienes se oponen al TLC no ven los beneficios para el país; no podemos quedarnos fuera porque nuestro mayor socio comercial nos lo cobrará en el más inminente plazo y en el espacio que menos nos imaginemos (12). Los muros siguen construyéndose y construyéndonos en el Ecuador. Hoy mismo hay uno frente a las protestas indígenas. Se reciclan y cambian de formas de acuerdo al momento y la situación. A veces, como estas semanas en Francia, se llaman fuerza del orden, petición de paz o políticos que saben lo que hacen y jóvenes mandados a callar; otras, desembozadas determinaciones autoritarias, que reconstruyen el término democracia a su medida y conveniencia y lo maquillan para que todos sonriamos a la foto llenando la barriga de aire, para que parezca copada del pan, el maíz, la papa y el progreso que este TLC algún día traerá.
Notas
(1) Integrante del Colectivo político "Ruptura de los 25". Master en Estudios Latinoamericanos (Ciencia Política), por el Instituto Interuniversitario de Estudios de Iberoamérica y Portugal de la Universidad de Salamanca (España). |
|