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La insignia
13 de septiembre del 2005


Reflexiones peruanas

La regionalización improvisada


Wilfredo Ardito Vega
La Insignia. Perú, septiembre del 2005.


Cuando hace más de un año, el gobierno regional de Lambayeque decretó que en las ceremonias públicas se brindara obligatoriamente con cóctel de algarrobina, surgieron en la vecina Piura acusaciones de que Lambayeque estaba "usurpando" el trago regional piurano. Una crisis más grave se produjo respecto a la explotación de la isla Lobos de Tierra, que pertenece a Piura, pero tradicionalmente había sido administrada desde Pimentel. En ambos casos, las autoridades regionales prefirieron no ahondar el conflicto, esperando que después del referéndum del 30 de octubre, Piura y Lambayeque conformen una misma región, junto con Tumbes.

En realidad, estos tres departamentos serían aquellos donde mayor aceptación podrían tener las propuestas de integración regional, debido a la identidad cultural común, el permanente intecambio comercial y la buena conexión vial. A pesar de ello, entre los pocos ciudadanos informados sobre el referéndum, un buen número se preguntan qué ventaja podrían obtener de vincularse a vecinos cercanos, pero diferentes... y comienzan a mirarse con recelo.

En el resto del Perú, es mucho más evidente que la nueva demarcación política ha sido propuesta sin tomar en cuenta la voluntad de la población ni criterios geográficos indispensables. Una muestra evidente es la Macrorregión Sur, que no toma en cuenta la existencia de Moquegua. Se ha planteado también una macrorregión gigantesca que abarca desde la costa de Ancash hasta la selva de Junín. Sus promotores no parecen haberse preguntado qué identidad común pueden tener Huaraz y Satipo o si existe algún intercambio comercial entre Cañete y Cerro de Pasco.

Los partidarios de las regiones extensas señalan que éstas harán contrapeso al centralismo limeño. Sin embargo, la historia del Perú revela que eso no es cierto: una región extensa es mucho más difícil de gobernar. Loreto el departamento más grande, es uno de los más golpeados por el centralismo y donde a la vez este mismo fenómeno se reproduce marcadamente. Por otro lado, varios de los departamentos más pequeños (Tacna, Moquegua o Lambayeque) tienen mayor desarrollo económico y social.

Conforme se acerca la fecha del referéndum, el rechazo de la población aumenta: los departamentos pequeños temen ser absorbidos por los más grandes; los relativamente ricos no desean compartir sus recursos con los más pobres. No sólo las élites locales temen perder su poder, sino que las minorías serán aún más débiles: imagine a asháninkas o nomatsiguengas obligados a viajar a hacer gestiones en Chimbote o Huacho. Los temores en muchas provincias marginadas a ser víctimas de un nuevo centralismo son bastante justificados.

En varios departamentos son más intensas las divisiones internas (son conocidas las rivalidades entre Chimbote y Huaraz o entre Andahuaylas y Abancay), que el interés en unirse con lugares percibidos como muy diferentes. Cada vez se acentúan los estereotipos ofensivos hacia los habitantes de las regiones vecinas, cargados a veces de racismo, efecto previsible de un proceso no deseado por la población.

No es la primera vez que fracasan los intentos de unir regiones desconectadas. Durante el gobierno de Alan García, la unión forzada entre La Libertad y San Martín generó masivo rechazo, hasta el referéndum en que los sanmartinenses votaron masivamente por la región autónoma.

Se podrá decir que precisamente el referéndum del 30 de octubre pretende dar voz a la población: bastará que la mitad de los habitantes de un departamento se oponga, para que la macrorregión sea declarada inviable... y proponer nuevas macrorregiones, como si se respondiera a un clamor popular. Sin embargo, la integración política no debería ser el punto de partida, sino el punto de llegada, es decir, plantearse cuando ya existe una integración económica y social.

Quizás existen posibilidades, eso sí, de mejorar la actual demarcación departamental aprovechando el conocimiento que algunas instituciones estatales tienen del país: el Poder Judicial o el Banco de la Nación han trazado sus circunscripciones de manera mucho más lógica que las fronteras de los departamentos, basándose en las vías de comunicación, el acceso geográfico y la vinculación comercial. Por ejemplo, las provincias del sur de Ayacucho, totalmente desconectadas de Huamanga, han sido incorporadas al Distrito Judicial de Ica y el Distrito Judicial de Lambayeque abarca también Cutervo, Jaén y San Ignacio.

Desde Cotabambas (AP) hasta Yurimaguas (LO), sería mucho más conveniente plantear una integración regional en base a las provincias o distritos que desearían vincularse a una región vecina. Sin embargo, eso significaría tomar en cuenta el sentir de la población, un elemento que el proceso actual dista mucho de haber priorizado.

Algunos congresistas están planteando que el referéndum del 30 de octubre sea postergado y se realice junto con las elecciones municipales del próximo año. En realidad, este proceso en su conjunto debería ser replanteado antes de que genere más frustración y rechazo en los supuestos beneficiarios.



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