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5 de octubre del 2005 |
Un referéndum por el desarme
Patricia Peralta Gainza
Por primera vez en trece años, en Brasil han disminuido las muertes por armas de fuego. La razón, según Felipe Saraiva, ministro de Salud, es la campaña nacional de desarme civil que se está implementando desde junio del 2004. El gobierno brasileño ofrece, según el calibre y las condiciones del arma, entre 100 y 300 reales a cambio de la entrega voluntaria de las mismas y sin ninguna declaración de por medio. Este programa nacional ha incautado a la fecha casi medio millón de armas de fuego.
El proyecto consta de una segunda parte que finaliza el 23 de octubre con un referéndum nacional. Brasileñas y brasileños deberán responder a la pregunta: "¿Cree que la venta de armas debe ser prohibida en Brasil?". En esta coyuntura y durante su participación en diversas conferencias organizadas por el Observatorio de Políticas Públicas de Derechos Humanos en el MERCOSUR, entrevistamos a Marcos Rolim, ex diputado federal de Brasil, periodista, consultor de UNESCO y otras Organizaciones en el área de Seguridad Pública y Derechos Humanos. -¿Cómo ha sido el proceso que ha llevado a Brasil a plantearse la prohibición del comercio de armas mediante un referéndum? El proceso brasilero comienza a mediado de los años noventa. En los años 1995 y 1996 se realizaron las primeras investigaciones respecto al origen de las armas de fuego incautadas por la policía en el Estado de Río de Janeiro. Esas investigaciones demuestran que gran parte de esas armas, más del 80%, eran producidas en Brasil. Eran armas nacionales. Llegaban a las manos de los delincuentes por robo, hurto, desvíos practicados por policías corruptos e integrantes de las fuerzas armadas que vendían armas y municiones a bandidos. También por causa de un mecanismo internacional de triangulación, donde algunas empresas brasileras exportaban las armas, especialmente a Paraguay, y regresaban a Brasil para estructurar el crimen organizado. Estos descubrimientos hicieron que, por primera vez, el Parlamento nacional comenzara a interesarse por esta cuestión y aprobara en 1997 la primera ley Brasilera de control de armas. Creamos un Sistema Nacional de Armas (SINARM) y convertimos en un delito imputable la portación de armas, que hasta entonces no estaba castigada. Desde ese momento se da una gran discusión que acaba en una nueva ley aprobada en el 2003, llamada Estatuto de Desarmamiento (1) que fue propuesta por la sociedad civil, especialmente por grandes ONG que actúan en Río de Janeiro y São Paulo, que crearon un movimiento social a favor del desarme. Utilizaron para esto las estadísticas brasleñas, que son impactantes: en los últimos diez años, 325.000 personas han muerto por armas de fuego. Son cifras que superan a algunas guerras. La discusión fue llevada a la agenda nacional con la idea de realizar el referéndum. Cuando la Cámara de Diputados aprobó la mencionada ley llamada Estatuto de Desarmamiento, unos artículos prohibían la venta de armas y municiones, pero no entraron en vigencia porque se entendió que debían ser consultados a la población en referéndum. Este referéndum será el primero en la historia brasileña; no ha habido uno antes. Sólo tuvimos un plebiscito sobre reforma de gobierno unos años atrás (2). Este referéndum es la primera experiencia de democracia radical, de consulta popular. Si el resultado del referéndum es positivo, y eso es lo que espero, este hecho obligará al conjunto de los países del MERCOSUR a discutir con mayor atención el tema de las armas e intentar producir una legislación armónica en toda la región. -A simple vista se podría considerar como un proceso altamente democrático, donde participa activamente la sociedad civil, es asumido como propio por el gobierno y termina en una consulta ciudadana… -Exactamente. Una idea que surge en la sociedad, va al estado, es elaborado legislativamente y vuelve para ser aprobado por la sociedad civil. Es una empresa nueva para los brasileños; de hecho, hay muchas personas que cuestionan la necesidad de un referéndum. Afirman que se gasta mucho dinero, se preguntan por qué no hacerlo con las elecciones parlamentarias del próximo año, etc. Respecto a este último asunto, fue muy importante no convocarlas juntas porque el caso trasciende las fronteras políticopartidarias y no no debe ser politizado. Transversalmente, todos los partidos, tanto de derecha como de izquierda, mantienen todas las posiciones imaginables al respecto. Vincularlo a las elecciones parlamentarias habría sido un error, porque le habría dado un tono político partidario que ahora no tiene. -¿Qué consecuencias inmediatas se esperan a partir de la aprobación de la ley? -Ya tenemos una tendencia clara aportada por el Ministerio de Salud respecto a la disminución de los homicidios cometidos con armas de fuego. En el 2004 hemos experimentado la primera caída en trece años. Todas las tendencias eran de aumento y este año han caído un 8% si tenemos en cuenta las cifras absolutas de decesos y un 15% si tenemos en cuanta el número de personas que podrían haber muerto si se hubiera mentenido la tendencia anterior. Un 8% menos o un 15% menos parece muy abstracto, pero en Brasil significa 3000 ó 5000 personas que siguen vivas. Es mucha gente la que se salva por la Campaña de Desarme y por la discusión del tema. Cuando ponemos una cuestión de tal envergadura en la agenda nacional, las personas pasan a ser más cautelosas, se preocupan más por el tema, toman precauciones, etc. -Me parece que esta habría sido una buena ocasión para intentar coordinar una salida común en el ámbito del MERCOSUR. ¿Cuáles son las posibles consecuencias que la aprobación de esta ley podría acarrear a los vecinos fronterizos? -He olvidado mencionar algo: el Estatuto de Desarmamiento, esa nueva ley del 2003, creó otra figura penal que no existía en la legislación brasilera que es "el tráfico ilegal de armas". No existía antes. Ahora las penas son muy altas para el tráfico internacional de armas y pueden llegar a diez años de prisión. Admito que eso no va a resolver el problema; obviamente es una ilusión imaginar que las penas resuelven el problema del delito, pero por lo menos tenemos un instrumento de represión posible en el caso de que se produzca un agravamiento de la situación actual. En Brasil, especialmente entre los grupos que trabajan a favor del desarme (particularmente con la organización Viva Río) existe una gran preocupación por la realidad de América Latina como un todo. El problema brasilero sigue muy centrado en la situación de Paraguay. Logramos aprobar gracias a las presiones internacionales, una suspensión de la exportación de armas del Brasil a Paraguay. Una especie de moratoria porque la situación de hecho era incontrolable. Paraguay tiene una población bastante pequeña e importaba un volumen de armas del Brasil que no era para su población, había una triangulación evidente. Hoy toda la tensión se vuelve hacia la realidad del MERCOSUR. Es evidente que nosotros debemos tener a corto plazo una armonización legislativa mínima. Encuentro que la aprobación del sí del 23 de octubre -en caso de salir confirmada- va a poner en el orden del día ese tema. Si no pasa el sí, vamos a continuar la situación que teníamos hasta hoy. Pero la aprobación de la prohibición del comercio, constituye una nueva realidad política, y esa realidad política va a alterar la agenda del MERCOSUR. Encuentro imposible que el Grupo de Trabajo sobre Armas y Municiones del MERCOSUR, que hasta ahora ha sido monopolizado por la policía y las fuerzas armadas continúe sin involucrar a otros actores. La votación del sí en el referéndum brasilero va a impedir que eso continúe así porque va a redimensionar la cuestión por su importancia política. Por otra parte, creo que la discusión que hemos planteado en Brasil tiene una importancia estratégica internacional. No quiero sobredimensionar lo que está aconteciendo en nuestro país, pero en mi opinión tiene una importancia mundial. Porque la industria de las armas, el "lobby" de las armas ha percibido lo siguiente: si Brasil prohíbe el comercio de armas y municiones, tendrá un fuerte impacto en toda la región. Va a influir en otros cambios legislativos y lo que está en juego aquí es un mercado muy lucrativo. Es una disputa muy dura; no sólo se están combatiendo ideas, sino que también es una disputa de intereses muy fuertes, muy poderosos. En el caso brasilero es así; tal vez en Uruguay no, porque no hay industria local. En Brasil tenemos por ejemplo muchos diputados y senadores cuyas campañas electorales son financiadas por la industria armamentista. De varios partidos, incluso partidos de izquierda. -¿Han estudiado la posibilidad de que algún grupo u organización criminal pueda verse beneficiado con esta situación? -No creo que grupos de delincuentes como traficantes de drogas tengan alguna ventaja con la producción de armas para el comercio. La cuestión es la siguiente: como nosotros tenemos a partir de ahora condiciones de rastreo y acompañamiento de armas y municiones que no teníamos antes, esos grupos difícilmente tengan acceso al uso de armas restringidas para las Fuerzas Armadas brasileras. Los fusiles, granadas, ametralladoras, que son producidas por la industria brasilera para el ejército, no llegarán a esos grupos de delincuentes. Primera desventaja del crimen organizado. Segundo, para tener acceso a armas pesadas, tendrán que "importarlas" ilegalmente. Pero ese tráfico ilegal de armas ya está siendo afectado. El precio de esas armas en el mercado clandestino se disparó, está muy alto, como efecto de la prohibición. Encuentro que los efectos son positivos en todo sentido. Hoy está aconteciendo eso en el Brasil espontáneamente. Un revólver calibre 38 -el más común- se compraba hasta hace dos o tres meses por 80 reales en cualquier favela brasilera. Hoy ese mismo revólver cuesta 250 ó 300 reales. Ya se ha producido un aumento de precios en el mercado clandestino. -Se habló de varias acciones paralelas que fueron tomadas para llevar adelante la Campaña de Desarmamiento, como incorporar el asunto en los planes curriculares de la educación pública, una campaña publicitaria muy importante realizada por O Globo... ¿que otras iniciativas se han llevado a cabo? -Yo creo que una contribución muy importante es la desempeñada por las iglesias. Todas las iglesias de todas las religiones en Brasil se han sumado a la Campaña de Desarme. Ésta es una campaña voluntaria, es decir, las personas entregan las armas si quieren; nadie está obligado a hacerlo. De hecho, si el referéndum sale positivo y se prohíbe el comercio de armas, aquellas personas que ya tengan la suya la conservarán. Se está congelando la situación, ya los civiles no podrán comprar más armas, sólo la policía y las Fuerzas Armadas. Al principio, el proyecto no funcionaba bien porque las personas tenían que entregar las armas a la policía federal. Aunque la idea era que no se preguntaba el origen, su legalidad o ilegalidad, las personas que tenían un arma ilegal en su casa desconfiaban. Aquí las iglesias fueron muy importantes; cuando fueron incorporadas a la recolección de armas, aumentó mucho la entrega. La discusión sobre cómo la cadena televisiva O Globo asumió la campaña con diversos anuncios publicitarios e incluso incorporando el tema en sus telenovelas de mayor audiencia ayudó mucho. Existe una muy buena campaña publicitaria donde con ironía y humor se deslegitima esa relación existente entre las armas y la masculinidad, entre otras cosas. Se han dado una serie de circunstancias favorables que yo espero que se mantengan a lo largo de la campaña y repercutanen la victoria del sí. -Se ha referido a la fabricación nacional de armas, lo cual implica empleados y grandes intereses monetarios. A corto plazo, ¿qué consecuencia traería la anuencia ciudadana a la prohibición del comercio de armas para la industria brasilera? -Las consecuencias inmediatas serán pequeñas, porque más del 80% de la producción de las fábricas brasileras de armas está dirigida a la exportación. No sufrirán económicamente un impacto relevante. Ahora bien, si la prohibición del comercio de armas en Brasil es acompañada por mecanismos de control de armas en América Latina, podrá producir a mediano y largo plazo una disminución del mercado y esas fábricas deberán reconvertir su capacidad industrial hacia otros sectores. Podrían fabricar otros instrumentos. -¿Qué consecuencias directas podría traer esta resolución para los vecinos fronterizos, para los países miembros del MERCOSUR? -Eso depende del resultado del referéndum brasileño. Si la prohibición se confirma, alterará la agenda del MERCOSUR. En dicha organización hay un grupo de trabajo sobre armas que discute el asunto, pero ha sido monopolizado por la participación de las Fuerzas Armadas y Policiales de la región (no existe representación de la sociedad civil). Si se aprueba la ley, deja de ser cuestión secundiaria y pasa a ser, porque es muy difícil pensar que un país con las dimensiones de Brasil deje de vender armas y todos los demás lo sigan haciendo. Sería un problema muy grave, especialmente en la relación entre Brasil y Uruguay, ya que la facilidad de compra de armas en la frontera entre estos dos países es muy grande. No puede seguir así. Creo que naturalmente habrá una presión muy grande para que los países vecinos cambien sus legislaciones y se armonicen las leyes regionales, lo cual creo que sería otra consecuencia positiva del referéndum.
(1) Se refiere a la Ley número 10.826, del 22 de diciembre de 2003.
(*) P. Gainza es socióloga y analista de información de CLAES - D3E (Desarrollo, Economía, Ecología, Equidad - América Latina).
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