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25 de mayo del 2005 |
El FEIREP es todo, el país no es nada
Alberto Acosta
El principio de un fondo de estabilización o
emergencia es ahorrar en época de vacas gordas para
tener qué comer en época de vacas flacas. Con ese afán
se impuso la idea del Fondo de Estabilización,
Inversión y Reducción del Endeudamiento Público
(FEIREP), en el 2002. Se pretendía, además, que, con
parte sustantiva del ahorro (70%), se compre deuda
externa en cantidad mayor a la acordada y algo quedaba
para inversión social (10%). En realidad, no sabemos
cuánto se ahorró. Poco fluyó al campo social. Sin
embargo, teniendo el dinero y el marco legal, no se
recompró la deuda. A pesar de eso, el FEIREP fue
útil.
Su existencia sirvió al menos para "maximizar el valor presente de la deuda", pues para eso fue creado; lo dijo Mauricio Pareja, subgerente general del Banco Central en el 2004. Empeño coincidente con la renegociación de los Bonos Global del 2000, de "maximizar pagos por adelantado y flujo a los inversionistas durante la vida de los bonos". Ese fue el generoso espíritu del gobierno del presidente Gustavo Noboa, hoy en prisión domiciliaria por esa renegociación, quien con su ministro Carlos Julio Emmanuel, prófugo, fraguó el FEIREP para contento de los tenedores de bonos. Si la recompra no cuajó por más empeño del coronel, la ganancia vino con la revalorización de los bonos. Antes de que aparezca el FEIREP se pagaba un 50% o menos por los Bonos Global a 12 años, emitidos por 1250 millones de dólares, y menos del 40% por los Bonos Global a 30 años, por 2700 millones. Con el sólo nombramiento como ministro de Economía de Mauricio Pozo, quien se transformaría en "economista de cabecera del dictócrata", los papeles comenzaron a subir. Al inicio de su gestión, en enero del 2003, los Bonos a 12 años ya se cotizaban a 67% y los Bonos a 30 años, en 48%. Ese año, con el auge de la política "ortodoxa, conservadora y prudente" (OCP), estos papeles alcanzaron valores inimaginables: los primeros llegaron a 101%, y los segundos, al 85%, subiendo. Si se compraron esos papeles a un 50% y a un 40% de su valor nominal, respectivamente, las ganancias, sólo por el alza de ese año, pudieron ser espectaculares, unos 1.200 millones. Se podrían hacer cálculos detallados de cada uno de los tenedores (entre los que se encuentran casi todos los bancos privados), si supiéramos sus nombres... Por privilegiar a los tenedores se marginó la inversión social y se afectó la producción. Incluso el servicio de la deuda pública subió del 2003 al 2004 en un 60%, de 2500 millones a 3795 millones. La lógica OCP parece que es ahorrar en época de vacas gordas para poder mantener el servicio de la deuda externa en época de vacas flacas. Una situación aberrante, pues priorizando el pago de la deuda, tal como lo dice la experiencia, no se beneficia al país, por más que se reitere lo contrario. "Nada es un signo más real de necedad que hacer lo mismo y lo mismo una y otra vez, y esperar que los resultados sean diferentes", lo reconocía Alberto Einstein. Si se quiere reducir el peso de la deuda en la economía y favorecer el desarrollo a largo plazo, lo que habría que hacer crecer es el PIB, beneficiando a la producción y a la sociedad, utilizando para ello todo el ahorro disponible, ocioso por culpa de los OCP. |
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