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2 de marzo del 2005 |
La Insignia. España, marzo del 2005.
Hace ya varios meses que oímos hablar de la "ventana para la paz" que se abriría tras la muerte de Arafat. Una mentira repetida mil veces termina por convertirse en verdad. Ahora, todo el mundo parece convencido de que la paz es posible, excepto los radicales de turno que son inmediatamente identificados con la negación categórica del futuro y el apoyo a la violencia. Los grandes medios de comunicación nos han envuelto y enredado con análisis positivos sobre los avances que parecían estar teniendo lugar entre israelíes y palestinos mientras vemos fotografías de enemigos irreconciliables sentados a la misma mesa y leemos bonitos artículos que nos relatan la vuelta a casa de un puñado de presos y exiliados. La coincidencia pretendidamente espontánea que hemos podido observar sitúa a cualquiera que disienta de los argumentos optimistas en una postura cercana a la defensa del terrorismo y la pertenencia al "eje del mal".
En definitiva, han sido capaces de convencernos de que sólo los "radicales" y "extremistas islámicos" de Hamas y la Yihad Islámica están empeñados en dinamitar el proceso de paz, utilizando alternativamente las dos expresiones mencionadas para referirse a cualquier sector palestino que considere que no se dan las circunstancias para negociar con Israel mientras la ocupación de Gaza y Cisjordania, la construcción del muro o la cuestión de los refugiados no se toquen en dicha negociación. Lo que está sucediendo es tan simple como eso. Abu Mazen, que durante tanto tiempo fue "número dos" de Arafat, se ha convertido ahora en el "caballero de la paz" frente a los oscuros islamistas, empeñados en dinamitar el progreso y el futuro. Demasiado burdo como para ser cierto. En pocos meses se ha fabricado una realidad informativa que no se corresponde con la realidad de los sectores en conflicto. El objetivo pasa por predisponer favorablemente a la opinión pública ante una solución impuesta desde el exterior que en la práctica es casi imposible de mantener. Ya hemos tenido el primer atentado desde la cumbre de Egipto. Y no será el último. Mientras en Palestina, cuyo régimen es más democrático que Jordania o Egipto (por poner dos ejemplos de países "amigos" de EEUU en la región), la población aumenta progresivamente su apoyo a quienes defienden posturas contrarias a las oficiales, desde el exterior se interviene para pedir reformas democratizadoras que pasan en realidad por destruir cualquier intento de resistencia a la paz impuesta y por la claudicación ante Israel. Ahora, para matar dos pájaros de un tiro, tanto los líderes israelíes como los palestinos coinciden en acusar directamente a Siria del último atentado suicida en Tel-Aviv. Aunque el suicida dejó un video donde reivindicaba lo mismo que reivindicaban tantos otros con anterioridad, ahora la culpa es de Siria. Qué fácil es convertir a al gobierno sirio en culpable del asesinato del ex presidente libanés, del atentado de Tel-Aviv y, ya puestos, del incendio de la Torre Windsor en Madrid o del hundimiento del túnel del Carmel en Barcelona. Si la UE apoya finalmente a Estados Unidos en su postura frente a Siria y mantiene su descarada y nada inocente postura intervencionista en la política interna palestina, apoyando exclusivamente a Abu Mazen en su lucha con Hamas y la Yihad islámica, el remedio será peor que la enfermedad. Hace una temporada que toca hablar de paz en Palestina, probablemente porque EEUU ha decidido ir a la guerra contra Siria e Irán y necesita cerrar frentes abiertos y crear una imagen suficientemente perversa del enemigo islámico. "Si no puedes con ellos, únete a ellos", parece que estén pensando Zapatero, Chirac y Schroeder, que tanto se llenaban la boca hace unos meses hablando de paz y condenando la guerra de Irak. Frente al argumento de las armas de destrucción masiva, ahora se ha elegido la excusa, nada nueva por otra parte, de la lucha contra el terrorismo internacional. Ya que las materializaciones armadas de la resistencia palestina pueden ser achacadas también al régimen sirio, aprovechan de paso para dar el carpetazo a la peliaguda situación que Israel ha generado en la región a lo largo de los últimos cincuenta años, utilizando a Abu Mazen, el cabeza de turco que se ofrece a desarrollar el "trabajo sucio" de poner encima de la mesa argumentos contrarios a los defendidos por las fuerzas islámicas. Así, los líderes de EEUU y la UE pueden meter en el mismo saco la solución al problema palestino -sea ésta cuál sea-, echar un poco más de leña al fuego del interesado "choque" entre occidente y el Islam y finalmente, utilizando una "macedonia" salida de todo lo anterior, firmar la tan ansiada reconciliación entre Europa y Estados Unidos. Es posible que me llamen malpensado o malintencionado. Pero tiempo al tiempo. La historia nos enseña que ni es fácil manipular a la opinión pública europea ni sale tan barato manipular y militarizar las relaciones internacionales. |
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