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La insignia
15 de marzo del 2005


México: Así vamos

¡Que mal negocio sería privatizar PEMEX!


Juan Castaingts Teillery
La Insignia. México, marzo del 2005.


Dígase lo que se diga, la reciente reforma a los estatutos del PRI abren el camino para una privatización parcial o total de PEMEX. El PRI, en un manifiesto que salió el lunes pasado, aclara que: "Los priistas nos pronunciamos por una política integral en materia de energía con visión de largo plazo, rectoría del estado mexicano, y fortalecimiento de las empresas paraestatales…".

Ninguno de estos conceptos impide la posibilidad de que haya una privatización más o menos amplia y rápida. Una rectoría del Estado es compatible con un PEMEX estatizado, nacionalizado o privatizado; eso sí, serían rectorías muy distintas. Es lo mismo para la visión de largo plazo, que también implicaría visiones muy distintas, pero todas de largo plazo. Por último, puede haber fortalecimiento de un PEMEX muy segmentado como empresa paraestatal con alta o total participación privada en algunos de sus segmentos.

Es cierto que el mismo manifiesto del PRI señala que el capítulo de energía de su programa de acción no dice que se privatizará, pero tampoco dice que se evitará la privatización ni cuál sería la posible privatización a realizar. Se trata de un manifiesto totalmente falaz, es decir, que busca dar una apariencia de una racionalidad y una verdad para ocultar otra.

De todas formas la pregunta ya se ha planteado y hay que discutirla. ¿Es conveniente privatizar PEMEX en todo o en parte? Nosotros pensamos que lo privatizable del viejo PEMEX, es decir, la industria petroquímica secundaria, ya se privatizó; y que el resto no debe estar sujeto a una nueva privatización. Para sostener esta tesis habría argumentos simbólicos, sociales o meramente económicos. Nos limitamos a una síntesis de los últimos.

1. Sería un pésimo negocio privatizar la gallina de los huevos de oro. En la actualidad, los precios del petróleo han aumentado mucho y todo indica que, aun en medio de fuertes altibajos, estos precios permanecerán altos en el corto y mediano plazo y serán crecientes a largo. Hay tres argumentos para sustentar este punto de vista. Primero, la entrada de China y la India como grandes demandantes de hidrocarburos ha cambiado el panorama de lado de la demanda. Segundo, los cambios climáticos conducen a un aumento en la demanda de energía. Tercero, hay una tendencia al agotamiento de las fuentes de hidrocarburos y, en el mejor de los casos, si no hay una escasez, al menos estaremos ante aumentos importantes en los costos e extracción. En conclusión, hay grandes posibilidades de muy altas rentas petroleras en un futuro inmediato. Dejar PEMEX en manos privadas y/o extranjeras es, al menos, una insensatez. En Bolivia, las compañías sólo ofrecen el 18% al Estado.

2. La privatización conduce a que parte de las rentas petroleras se vayan al extranjero y con ello dejen de entrar divisas vitales para la estabilidad del peso. Hay que recordar que la actual estabilidad del peso depende más de la entrada de divisas por efectos del petróleo y de las remesas de los trabajadores emigrantes que de los "cortos" del Banxico. Agréguese que con la reducción de flujos monetarios, también las tasas de interés tienden al alza y con ello se afecta el crecimiento y su estabilidad. Sería absurdo enajenar uno de los pilares que evitan la volatilidad financiera y productiva.

3. La venta de una parte de PEMEX implica grandes cantidades de dinero que, dada la corrupción vigente (independientemente del partido que esté en el poder), sólo provocaría un crecimiento que se esfumaría como el humo.

4. La prisa por abrir los capitales privados (nacionales y extranjeros) al petróleo no tiene sentido. Con el nivel actual de precios petroleros es perfectamente factible organizar un plan de inversión, exploración y crecimiento, que resuelva nuestros problemas de abastecimiento y exportación actuales y futuros. ¿Cuál es la prisa? Sólo el espíritu de avidez de ganancias rápidas, de desesperación o de apantallar con un crecimiento rápido para mantener el poder en turno, busca la prisa.

PEMEX requiere de importantes reformas estructurales y es evidente que la actual situación es insostenible. Hoy es una empresa estatizada al servicio de un poder en turno y de un sindicato. Las rentas petroleras sólo sirven para evitar hacer la indispensable reforma fiscal e impedir que los sectores pudientes paguen los impuestos que les corresponden. PEMEX se debe desestatizar y ser nacionalizada; su administración debe ser depurada y sus rentas puestas al servicio de la nación.



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