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La insignia
24 de julio del 2005


Hombre muerto, mundo muerto


Jesús Gómez Gutiérrez
La Insignia. España, julio del 2005.


«Vi cómo le descerrajaban cinco tiros», afirma un testigo del asesinato a sangre fría cometido por policías británicos el pasado viernes. La víctima, Jean Charles de Menezes, brasileño de Minas Gerais, fue encontrado culpable por la casualidad y ejecutado por otros hombres, supuestamente profesionales, que hace unos días merecían los elogios de casi todos los idiotas de este mundo por su alarde de aplomo y flema.

En mi país, por ejemplo, no faltaron periodistas que encontraron ocasión propicia en los atentados de Londres para establecer comparaciones imposibles con la respuesta al 11-M de Madrid. Se dijo de todo. Se alabó la actitud de las autoridades británicas, aunque se limitaran a establecer un conato de estado de excepción. Se aplaudió la mentira oficial, el desprecio al derecho a la información y a los propios familiares de las víctimas. Se confundió la calma con el silencio que establece un régimen de obediencia debida. Y todo ello fue protagonizado, en un suma y sigue que ya huele bastante mal, por personas que dicen estar en la izquierda, por un montón de autores que hasta cobran por hablar, hablar a toda costa, intentar ser ocurrentes pero sin romper las barreras que impone el grupo al que pertenezcan. O dicho de otro modo, decir lo que sus jefes y seguidores esperan que se diga. La gente, sobra decirlo, no importa. Los hechos no importan. Son elementos secundarios que, parafraseando el dicho, no deben estropear una buena pose.

Datos:

-Gran Bretaña, punta de lanza en Europa de la involución planificada en Washington y, sin duda alguna, uno de los países política y jurídicamente más impresentables del continente.
-Gran Bretaña, sede y comedero histórico del fundamentalismo islámico, al se protegía hasta el punto de negar extradiciones a países teóricamente aliados, como bien sabe Baltasar Garzón.
-Gran Bretaña, paladín del multiculturalismo del todos juntos pero todos separados, de la trampa del respeto a las «identidades culturales» que ampara, con demasiada frecuencia, el segregacionismo.
-Gran Bretaña, cuyo gobierno apenas ha esperado unos días para apropiarse de los cadáveres, reinterpretarlos y lanzar una nueva ofensiva contra las libertades civiles en la Unión Europea.

Todo eso y más, puro humo. Lo importante entre los tipejos a los que hacía referencia era establecer la comparación con Madrid para sacudirle un par a cierto ex presidente del gobierno español que está buscando sitio en el Valle de los Caídos, junto a su maestro. Se podría decir que pegan patadas a un perro muerto y mientras tanto escapa toda la jauría.

Coincidencias:

-Jean Charles de Menezes, natural de Gonzaga, recibe cinco tiros en la cabeza y los agentes lamentan lo sucedido y afirman, como defensa, que se negó a obedecer sus instrucciones.
-Docenas de personas caen en Sharm El Sheij y en Londres y esa izquierda nula lamenta lo sucedido y afirma, como defensa, que es comprensible ante la guerra de Irak.

No sé quién será más canalla, pero sí quién es más imbécil. Por lo visto, separar los problemas y poner cada cosa en su sitio es demasiado pedir. Es más: quien insiste en la necesidad de hacerlo se gana automáticamente el paso a la categoría de persona non grata, como bien sabemos algunos. Pero debo decir que una vez tuvimos la oportunidad de cambiar el mundo porque decíamos la verdad, porque sabíamos distinguir, porque no habíamos permitido que la razón flaqueara ante las religiones, los nacionalismos, los mitos del buen salvaje, porque estábamos en lo concreto y no en la moralina cristiana de nuestras pluralísimas y sumamente incompetentes izquierdas actuales. Que el proyecto fracasara, no es tan importante; sólo fracasó un modelo del proyecto, no la idea. Teseo puede salir del laberinto.

Al final, intento imaginar el imposible de que la izquierda de las décadas de 1920 y 1930 justificara el fascismo y el nacionalsocialismo por los crímenes del imperialismo inglés, francés y estadounidense en Europa y en el resto del planeta. ¡Comprendamos a Hitler, comprendamos a Mussolini! ¡Representan una revuelta de los pobres contra el capital! Si el movimiento comunista, los socialistas y los progresistas de la época hubieran hecho lo mismo que hace hoy parte de la izquierda en relación con el fundamentalismo islámico y otros neofascismos similares, no hay duda: el III Reich habría cumplido mil años.


Madrid, 24 de julio.



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