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La insignia
6 de febrero del 2005


Bibliálogos

Criminalización y política
en los orígenes del narcotráfico en Sudamérica


Ariel Ruiz Mondragón
La Insignia. México, febrero del 2005.


El boom del narcotráfico en América Latina se da por los años setenta, que es cuando ese negocio ilegal experimenta un crecimiento exponencial que daría forma a los grandes cárteles de la droga que se consolidaron y dominaron la escena a partir de los años ochenta del siglo pasado. Su inmenso poder se extiende hasta nuestros días, lo que ha dejado una estela de muerte, corrupción y descomposición social y política que es necesario remontar.

Empero, la cuestión del narcotráfico en América Latina tiene un origen más lejano, el que apenas empieza a ser objeto de investigaciones históricas serias. Uno de los historiadores que han emprendido esa tarea es el Dr. Paul Gootenberg, quien el año pasado estuvo en México y participó como conferencista en la Cátedra UNESCO "Transformaciones Económicas y Sociales relacionadas con el problema internacional de las drogas", en la que presentó la ponencia "El nacimiento de los narcos. Los primeros flujos ilícitos de la cocaína en las Américas, 1947-1964". En ese trabajo, fruto de sus investigaciones en archivos recientemente desclasificados de la DEA en Washington, hizo una sucinta y sustanciosa exposición del surgimiento de los primeros narcotraficantes en Sudamérica, especialmente en Bolivia y Perú, con sus ramales que se extendieron por Cuba y México para llevar su mercancía hasta los Estados Unidos.

Con ese especialista sostuvimos una conversación en la que tratamos, entre otros, los siguientes temas: las condiciones políticas que hicieron posible el surgimiento del narco, las políticas de criminalización de la cocaína, el papel de la guerra fría en la orientación del combate al tráfico de estupefacientes, el impacto de hechos relevantes como la revolución cubana y el golpe de Estado en Chile, la situación de los campesinos, la discontinuidad entre los pioneros del narco y los grandes cárteles, y la relación entre prohibición de la cocaína y el ascenso del narcotráfico.

El Dr. Gootenberg es doctor en Historia por la Universidad de Chicago. Actualmente trabaja en el Departamento de Historia en la Universidad de Stony Brook, en Nueva York.


Ariel Ruiz (AR): Primero que nada queremos agradecerle esta oportunidad de charlar con usted acerca del nacimiento del narco. ¿Cuáles fueron las condiciones sociales y políticas que hicieron posible el surgimiento de los narcos en las Américas?

Paul Gootenberg (PG): El estudio que he hecho sobre la historia de la cocaína, que ocupa más de un siglo; pero en mi ponencia que presentó ahora en México hablo del nacimiento de los narcos modernos en América Latina. Mi propósito es exponer lo que este proceso fue en las tres décadas de la posguerra y hasta los años setenta, alrededor de 1973.

Lo más importante para hacer notar en este período -que es muy desconocido- es que los famosos narcotraficantes colombianos no existían. Era una época a la que podemos llamar "precolombiana", de creación de una red de narcotraficantes en América Latina. No estamos hablando de gente a gran escala, multimillonarios o algo así, como pasaría después. Eran empresarios o contrabandistas a una escala mucho menor, la gran mayoría de ellos desconocidos, gente humilde.

En términos de las condiciones sociales o políticas, prefiero hablar primero de la política. Lo más importante fue, en el caso específico de la cocaína, el hecho de que antes de la segunda guerra no era una droga ilegal. Fue una condición jurídica y política ambigua, porque a principios del siglo XX empezó una campaña internacional para hacer ilegal, criminal, ilegítima la cocaína, que era usada como medicina, como anestésico. También tenía uso legal la hoja de coca en la Coca Cola.

Pero el control internacional de la cocaína fue muy débil. Estados Unidos fue el promotor más grande de la idea de criminalizar la cocaína hasta los países andinos. Los hechos políticos más importantes son el proceso de hacer un sistema completo prohibicionista global de la cocaína, ya en la posguerra. Se pensaba eso en otras partes del mundo, y hubo la destrucción de redes de cocaína, como en Asia, en Alemania y en Japón. Entonces solamente estaban los productores de Perú y, en una escala mucho menor, Bolivia -en esta se producía no la cocaína, sino la hoja de coca para el uso ritual de los trabajadores indígenas-, que tenía una exportación muy ligera a Argentina y Chile.

Entonces, en la posguerra Estados Unidos y las Naciones Unidas empezaron una campaña más fuerte para ilegalizar la cocaína. Varios gobiernos, primero el militar de Odría en Perú a partir de 1947, y mucho más tarde el de Bolivia, cumplieron con esa idea. Antes existía una industria legal, pequeña, nacional, de hacer cocaína. Había miles y miles de campesinos y hacendados produciendo en la zona amazónica de los dos países la hoja de coca.

El proceso de criminalización, que tuvo varias etapas, tuvo mucho que ver con la política, como el anticomunismo en la época de la revolución en Bolivia. Esto es clave ara entender el surgimiento de los narcos, porque éstos nacieron con esa criminalización.

AR: Esa criminalización provino, fundamentalmente, de los Estados Unidos.

PG: Sí, pero no quiero pintar eso precisamente como una típica relación de dependencia en el que los Estados Unidos demandan y los demás países cumplen. Era más complejo que eso. Sí, el motivo, la fuerza, la ideología original anticocaína fueron de ese país, que tenía sus ecos en organizaciones internacionales y en algunos países de Europa.

Pero el proceso para asimilar eso en América Latina era muy difícil, no era algo automático. Tenía una brecha como de cincuenta años. En el Perú pensaban que la cocaína era una cosa muy moderna, muy nacional, y en Bolivia la hoja de coca era vista como una cosa positiva. En Bolivia estaba más integrada la sociedad, geográfica, étnica y nacionalmente, y había grupos de presión de elite, que eran los propietarios de la yunga; es decir, eran los que manejaban el comercio de la coca, que era bastante importante en la política de los años treinta y cuarenta.

Fue un proceso difícil, y tuvo muchas paradojas. Por ejemplo, en el Perú empezaron a denigrar la hoja de coca mucho antes que la cocaína, porque la coca era una cosa indígena. En el siglo XX había un pensamiento médico moderno que miraba aquello como algo muy atrasado, que denigraba a la raza indígena. Este tipo de pensamiento que ahora se ve como una cosa chistosa, claramente racista y que no tiene ningún fundamento médico científico. Pero en ese entonces pensaban muy seriamente en curar a los indígenas de este tipo de hábitos malos, lo que estaba basado en una asociación muy mala entre la coca y la cocaína, que son cosas muy distintas.

Paradójicamente, la cocaína era vista en el Perú como una industria nacional respetable; tenía el monopolio internacional, vendía bajo condiciones reguladas, legalmente, en el mundo. Fue un paso muy difícil pasar a la ilegalización en los años cincuenta.

AR: ¿Cómo determinó la guerra fría las rutas y los espacios para la cocaína ilícita?

PG: Después de estudiar en los archivos y al tratar de organizar cuáles eran los espacios y las rutas durante esas décadas, me di cuenta que había un patrón: el asunto no sólo era cuestión de narcotraficantes o de la política antidroga, sino de la política más amplia.

Hasta ahora los historiadores actuales tenemos la guerra fría como historia. Hay muchos estudios en los Estados Unidos que así la ven, y hay estudios amplios y balanceados sobre ese tema.

Si tenías un mapa de Latinoamérica, podías ver movimientos en el crecimiento de la cocaína que están siempre relacionados con la política de los Estados Unidos. Estos promovieron la guerra fría, lo que fue apoyado especialmente por los sectores derechistas y por los militares en América Latina.

El nacimiento literal de la cocaína ilícita era parte del nacimiento de regímenes anticomunistas en Perú. El golpe del general Odría en 1947 fue el comienzo de una campaña anticocaína en el país, muy estrechamente relacionada con el enemigo número uno de Odría: el partido aprista, calificado como comunista. El general, durante una serie de escándalos políticos, trataba de relacionar la cocaína con el APRA: decía no solamente que Víctor Haya de la Torre era adicto a la cocaína, sino que el nacimiento del partido estaba basado en el comercio de la cocaína.

Después de eso la guerra fría determinó la revolución boliviana. Después de 1962 explotó ese movimiento, tras lo cual hubo diez años muy caóticos en el país, de lucha entre la izquierda y otras fuerzas. Los Estados Unidos intentaron cooptar la revolución, algo que sí logró a partir de 1971 con una incursión de asistencia militar y económica. El colmo de esto fue el golpe de Barrientos en el 74. Este proceso estuvo tajantemente relacionado con el nacimiento de la cocaína, que se fue a Bolivia porque el espacio era caótico. Los campesinos estaban en rebelión en contra de los propietarios, había proyectos de colonización, la policía estaba muy abierta a muchas influencias. Esta fue la zona de ocupación de la cocaína.

AR: Entonces hubo estrechos vínculos entre la criminalización de la cocaína y la política anticomunista.

PG: Creo que sí, al menos en Perú y Bolivia. Pero un evento muy importante en la historia de la cocaína fue la revolución cubana, porque uno de los dos grupos más importantes de narcotraficantes internacionales era de mafiosos cubanos. La Habana era la capital mundial de un nuevo gusto por la cocaína en esta época. Era una forma de entretenimiento, como la prostitución, como el juego. Esa ciudad era un centro de encuentro de mafiosos estadounidenses de esta época, ya sea bajo el régimen de Prío o el de Batista.

Los cubanos fueron llevando el comercio internacional de la cocaína, sacando la pasta de Bolivia, refinando en Cuba para vender no solamente en Cuba, sino en Nueva York y algunas otras partes.

Lo que pasó con la revolución es que Fidel Castro contaba entre sus enemigos más odiados a los mafiosos, que eran para él el peor tipo de capitalistas, que iban corrompiendo el alma de la sociedad humana. Entonces comenzó una campaña para limpiar de mafia el país, y los mafiosos cubanos se fueron exiliados a todas partes: México, Centroamérica, Argentina, etc. Llevaban con ellos el conocimiento de la cocaína. Entonces fue el nacimiento de las redes internacionales de narcotraficantes.

También paradójicamente, el gobierno de los Estados Unidos, que sabía muy bien que uno de los resultados de la revolución había sido esa dispersión de los narcos, calificó al régimen socialista de Cuba como un régimen de narcotraficantes. Fue una lucha política entre Cuba y los Estado Unidos.

Al final de eso, hay más etapas en este esquema: al final está el golpe de Estado en Chile en 1973. Por 1950 algunos grupos empresariales, como el de los turcos del norte, una familia, la Huasaff-Harb, tenían conexiones en Bolivia, México, Estados Unidos, y eran muy importantes en la comercialización de la cocaína. Compraban la pasta en Bolivia, refinaban en Valparaíso o en otros lugares del norte, y de allí, usando barcos o aviones, transportaban la droga a diversos destinos. Eran la competencia de los cubanos.

Durante los años sesenta continuaba como un negocio en el norte, con cientos de narcos pequeños, lo que se intensificó con el caos económico en Chile a partir de esta década y hasta el gobierno de Allende.

El golpe de Pinochet marcó el final de ese negocio. Fue un cambio muy fuerte, como el de Fidel Castro con los narcotraficantes. Para esta época la cocaína ya era un problema social visible en los Estados Unidos. Para complacer a este país, Pinochet hizo muy rápido una represión sobre esos grupos, paró todo el tráfico de cocaína por Chile.

¿Hacia dónde se fue el tráfico, entonces? Este es el inicio del tráfico hacia Colombia.

AR: Entonces la revolución cubana tuvo un efecto doble sobre el narco: hubo una diáspora de narcotraficantes de ese país, y se cerró la vía cubana para llegar a los Estados Unidos. Cambian las rutas y México intensifica su actividad.

PG: Sí, pero ocurrió también en otros países: Argentina, Brasil, los propios Estados Unidos, Guatemala.

AR: Al parecer, regímenes dictatoriales de signo opuesto, como los de Castro y Pinochet, coincidieron en el combate al narcotráfico.

PG: Sí, porque eran muy eficaces porque tenían un control militar perfecto, tenían control sobre los grupos empresariales, etc. Entonces sí tenían más capacidades para destruir a los narcotraficantes. Eso ocurrió en China después de la revolución, lo mismo con los talibanes en Afganistán.

Pero esto no quiere decir que cada país autoritario va a combatir narcotraficantes. El ejemplo de México es muy instructivo en eso: durante su época autoritaria del PRI, el hecho de que había una estructura centralista, corrupta, muy fuerte, operó a favor de alianzas con sectores de los narcotraficantes. Entonces, este tipo de autoritarismo, que no es dictadura, fue muy importante para el crecimiento del narcotráfico.

AR: Otros que debieron sufrir cambios sociales importantes fueron los campesinos. ¿Qué impacto tuvo el surgimiento de los narcotraficantes entre ellos?

PG: Cuando comenzaba la cocaína ilícita en los años cincuenta, no había campesinos que estuvieran orientados específicamente hacia esos cultivos. Había algunos campesinos y plantaciones de elites que cultivaban coca, pero era para el uso tradicional, medicinal, que consiste en masticar la coca.

Pero en los años sesenta empezó a cambiar eso: surgió una base social para el narcotraficante, y esa fue el campesinado orientado hacia la coca para usos clandestinos.

Esos años de posguerra fueron de empobrecimiento del campesinado en Perú y Bolivia. La modernización de esos países, pero también con su desorganización, la situación de los campesinos fue más y más desesperada.

En el caso de Bolivia algo especial fue la condición de los mineros, porque las minas de estaño estaban en una situación muy débil, y estaban desocupando trabajadores a pesar de la nacionalización.

En vez de reformas agrarias en esos países, los gobiernos de ambos países tenían esta solución desarrollista promovida por los Estados Unidos. La idea era poner a los campesinos en la selva, darles lotes allí. En el caso de Bolivia era en Chaparrey, cerca de Cochabamba, y en Santa Cruz, que es más cerca de Brasil. Pronto surgió una burguesía local con algodón y ganado; más tarde, muchos de los que integraban esta misma burguesía se volvieron narcotraficantes, que era mucho más rentable.

Otra paradoja es que los Estados Unidos estaban muy involucrados en este desarrollo, promoviendo el desarrollo de la selva, lo que hoy día llamamos la destrucción del bosque de lluvia. En esta época eso era el "desarrollo moderno".

Los campesinos descubrieron muy pronto que la única cosa que era muy rentable en esa zona era la coca. Entonces empezaron a cultivarla, ya que además es perfecta para estas regiones, como también lo son el té o el café.

En la época de los sesenta, esos grupos surgieron como la base social para los narcotraficantes. En el caso de Perú, que conozco mejor, durante el gobierno de Velasco, izquierdista y desarrollista, a finales de esa década ocurrió lo mismo: poner colonos en la selva, y miles de familias se fueron al valle de Guayaga. Al caer el gobierno de Velasco, quedaron abandonadas, sin ningún servicio. No es coincidencia que estos años -principios de los setenta- hayan sido los de la explosión de la cocaína. La coca era una inversión muy fácil, rentable y estable.

Esto no quiere decir que los campesinos hayan ganado mucho. Todos los que estudian el asunto de las drogas sabe que en la cadena de producción de la mercancía de la cocaína, los campesinos solamente ganan una pequeña parte de ganancias tan grandes. Pero para sus familias eso alcanza para sobrevivir.

AR: ¿Cuándo empieza el uso de México como paso para las drogas y su contacto con grupos de narcotraficantes sudamericanos y cubanos?

PG: En los años cincuenta, cuando comenzaban las rutas desde Chile, algunos comenzaron a usar México como sitio de tránsito, e incluso usaban cuentas de Nacional Financiera. Se usaban locales como casas de prostitución y lugares así, ya que la coca fue otra forma de entretenimiento. Pero eran los chilenos trabajando con los mafiosos mexicanos, pero mezclados también con otras drogas además de la cocaína. Desde entonces hubo incidentes de cocaína en este país.

La revolución cubana también tuvo impacto. Muchos de los traficantes cubanos, como la familia González, vinieron a México porque era una tierra muy fácil para este tipo de actividad en los años sesenta. Muy rápidamente evolucionaron proyectos para la cocaína aquí. Entre 1960 y 1962 hubo dos incidentes muy dramáticos de laboratorios de cocaína que explotaron porque la gente no tenía mucha experiencia en el procesamiento, por lo que incluso murieron varios químicos.

Desde entonces había experimentos para hacer de México una ruta muy grande para la cocaína, después de lo de Cuba. No sé bien a bien si haya relación entre esto y la aparición de las bandas del norte en los años setenta. Según Luis Astorga, sí hay un eslabón: los traficantes del norte tenían más experiencia con el opio y mariguana, y alzaron el objetivo hacia la cocaína, que es más fácil de esconder y tiene una tasa de ganancia mucho mayor. Quienes se involucraron en eso eran algunos de los cubanos radicados en los sesenta en al país, que enseñaron a los grupos del norte el arte de la cocaína. Probablemente después de alguna represión policíaca sobre los cubanos a mediados de los setenta, el control pasó a los grupos mexicanos, que empezaron su conexión con Colombia.

AR: Usted habla de los liderazgos entre los narcos que surgieron en Sudamérica en las tres décadas de su estudio (entre los años cuarenta y principio de los setenta). Menciona, por ejemplo, Eduardo Balarezo en Perú, Blanca Ibáñez en Bolivia, el clan turco Huasaff-Harb de Chile y el Méndez Marfa de Cuba. ¿Hay líneas de continuidad en los liderazgos y las estrategias de esos narcos y los del boom posterior de los años setenta?

PG: El gran misterio es la relación entre el periodo de incubación de la cocaína -que yo estudio- y la explosión que hay después. Hasta este punto no veo ninguna conexión directa entre personajes. Quizás lo había, pero no sabemos muy claramente el surgimiento de los narcos en Colombia, en donde todo es leyenda, todo es periodismo, y nadie ha trabajado seriamente sobre sus orígenes y sus primeras conexiones.

Lo que es importante es que estos grupos tempranos han creado el gusto por la cocaína, los mercados, las rutas y la base social de campesinos que en Bolivia y Perú hacían la pasta básica de la cocaína. Otros grupos que surgieron después han acaparado el comercio; pero no sé si haya una relación directa entre ambos. Las personas que usted menciono desaparecieron: unas se fueron a la cárcel y otras perdieron importancia.

AR: Entonces, en los inicios del narcotráfico jugaron un papel decisivo en esos años Perú y Bolivia.

PG: Los lugares de producción eran Perú y Bolivia. Las rutas eran Chile, Cuba, Brasil -que era muy importante por la selva-, Argentina, Panamá y México. Había una red muy grande de rutas. Era realmente un movimiento latinoamericano, una industria inventada por los latinos, que más tarde llegaría a ser la ruta de exportación más rentable en la historia de América Latina.

También había sitios de consumo de cocaína que eran importantes. Primero, La Habana; pero también otras ciudades como Sao Paulo, Buenos Aires, en donde había culturas a las que les gustaba la cocaína. En Argentina eso se asociaba con clubes de tango, en México con la prostitución. Esto es muy importante, porque no había un gusto moderno por la cocaína. Ésta tiene una historia más larga, desde principios del siglo XX; pero tenía que ser reinventada, y eso fue hecho en esas capitales.

La relación entre prohibición y cocaína es paradójica, porque es posible que sin la fuerza represora de los Estados Unidos y de las Naciones Unidas hacia esa droga, nunca hubiera surgido este negocio. Lo que ha ocurrido es una especie de revancha de la periferia de la coca hacia la estrategia de criminalizar cosas y forzar políticas en los países del tercer mundo. Hubo una relación estrecha entre la globalización de la prohibición y actividades policiales, y el crecimiento del narcotráfico.



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