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25 de abril del 2005 |
Sin línea aérea de bandera y sin marina mercante
Humberto Campodónico
El revuelo causado por el video de Lan Chile debiera también servir para reflexionar sobre las consecuencias que se derivan de hechos anteriores y de algunos que se nos vienen.
Una primera reflexión es que, como producto de la política de privatizar todo lo que se mueva en el menor tiempo posible, implementada en los 90, nos quedamos sin línea aérea de bandera. Primero, el proceso de privatización se orientó a impedir que capitales peruanos compraran Aeroperú, con lo que Aeroméxico se quedó con la empresa. Después, cuando la aerolínea quebró por la pésima gestión económica y administrativa de sus compradores, el gobierno no hizo nada para reflotar la empresa, dedicándose únicamente a vender a terceros -sobre todo extranjeros, lo que incluye a Lan- la mayor parte de las frecuencias para volar desde -y hacia- Lima al resto del mundo. No importa la nacionalidad de la propiedad de la aerolínea, dijeron los neoliberales. En la época de la globalización quien piensa eso "es un dinosaurio que no ha salido de Jurassic Park". También nos quedamos sin marina mercante, pues se liquidó a la Compañía Peruana de Vapores (CPV). Además, se pusieron enormes obstáculos impositivos a la compra de nuevas naves, con lo que se puso una barrera de entrada al negocio. La cosa sigue. En 1992 se vendieron a precio de remate los buques de Petroperú a una empresa privada (chilena), la misma que luego los vendió a otra empresa extranjera. Resultado: chau buques. Ahora, Petroperú alquila "tanqueros" para el cabotaje interno, es decir, para llevar combustibles desde Talara a, por ejemplo, Salaverry, Callao y Mollendo. En términos económicos, esto significa un aumento de la salida de divisas, pues los peruanos tenemos que pagar fletes marítimos y pasajes de avión a empresas extranjeras. Pero no todos los países se portan así. En EEUU el cabotaje doméstico solo lo hacen buques nacionales, lo que quiere decir que las naves extranjeras dejan su carga en el primer muelle en que amarran y todo el transporte dentro de EEUU lo hacen naves de ese país. La OMC y otros países se quejan, pero EEUU sigue "en sus trece". En EEUU, entonces, el capital nacional y el extranjero no tienen el mismo trato, porque se considera que ese sector es estratégico (como también lo es la tecnología de punta subsidiada por el Pentágono). En Chile, en la concesión del puerto de Arica se puso un tope a la participación del capital extranjero. Pero en el Perú, una política de este tipo supuestamente no se podría aplicar -por ejemplo, en la concesión de puertos y aeropuertos-, pues la Constitución de 1993 dice que "la inversión nacional y la extranjera se sujetan a las mismas condiciones" (Art. 63), lo que no se da en ningún país de la región. En la OMC, el tema de las inversiones ha salido de la agenda de la Ronda Dohá, por pedido expreso de los países en desarrollo. Es el momento de la reflexión sobre las políticas seguidas en los 90 y sobre lo que hay que hacer ahora -lo que está más allá del "puro video"-. Lo que hoy sucede no cae como rayo en cielo sereno. Es la consecuencia del dogma que afirma que el capital nacional debe tener el mismo trato que el extranjero, en toda circunstancia, en toda empresa, llueva o truene. Que no quiere entender que los Estados, sí pues, siguen teniendo intereses nacionales y que hay empresas estratégicas. Eso no es chovinismo, sino saber, en esta época de la globalización, qué cosas le competen al mercado y qué al Estado. Nada más. |
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