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La insignia
4 de abril del 2005


Mataré al lector


Marcos Winocur
La Insignia. México, abril del 2005.


Si usted quiere salvar su vida, está a tiempo. Deje de leer esto o, mejor, arrójelo a la basura y saque de una vez la basura a la banqueta, aun arriesgándose a una multa. No, no se trata de un recurso publicitario destinado a lograr que el lector -por curiosidad o por espíritu de contradicción- siga apegado al texto. No, nada de eso. Me he convertido en un delincuente y voy a contar cómo sucedió. Y si usted se entera estará, en la obligación de denunciarme. Y yo de liquidarlo antes de que eso suceda.

Sí, la otra noche salí de mi casa y, ya en la calle, me di cuenta que había olvidado el dinero. Por cierto, no iba a volverme, así que -ya estaba oscuro-, me embosqué a la vuelta de una tortillería y al que se acercaba a comprar... ¡zas! con un palo a la cabeza. Pasó una viejita que me hizo acordar a mi abue, se la veía una santa de cabello completamente blanco... ¡zas! 3 pesos. Pasó un niñito apretando las moneditas en su puñito... ¡zas! 1,50 pesos. Pasó un trabajador de rostro demacrado, con lo que seguramente serían las últimas monedas de su quincena... ¡zas! 4,50 pesos. Pero ¡qué escándalo! ahora me doy cuenta, están cobrando 1,50 el kilo, es un robo, deberían ir a la cárcel, son unos ladrones, asaltan a la pobre gente que viene a comprarles la tortilla... a ver, a ver, 3+1,50+4,50= 9 pesotes, justo lo que me hacía falta para el taxi del centro a Bugambilias.

Y bien, esto se acaba y el lector, a pesar de las advertencias, no se ha quitado. Y puesto que lo sabe todo y podría delatarme, es hora de que pague por su temeridad: ¿no siente a sus espaldas que alguien le busca el cuello con una fina soga?



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