Saliendo del paraíso
Ya con ésta me despido,
Ya dije lo suficiente.
Que sepa toda la gente
Que no tengo amor ni pido.
Lo que sufra, bien sufrido,
Y que nadie me contente.
Sólo dejo, por decente,
Este letrero, y adiós:
Mucho cuidado con Dios,
Que se carga a lo pariente.
Realidad subversiva
Desenfadada y libre, cruza
La súbita claridad de tu cuerpo.
¿No decía Scheler que el pudor, etc.?
Pero un pedo insólito
Arruina el mundo del Playboy.
Te deja, ahora sí, desnuda.
Desfiladero
La majestad de ser abre el vuelo en tus alas,
Altiva luz del mundo, alta gloria cimera.
Abres, porque te place, el mediodía.
¡Infausta hora la que dejes olvidada!
Pues tú, Dios displicente, o estás hecho para el hombre.
Igual cierras el mundo que dejas ver tu hermosura.
Has enviado el soslayo, calamidad universal
que nos impide ser ¡y todavía te escondes!
Vuelas a tu albedrío, no hay quien te tenga en un puño.
¿Nos vas llamando, acaso, para mejor estrellarnos?
Guárdame Dios de ti, que yo de mis quimeras.
Agua mansa, buen Dios en jaula, ¡mal te conoce quien te compra!
Fénix
Las furias llegan desde cielos tranquilos,
en un viraje mínimo de la memoria,
como un chirrido eléctrico
en las lìneas de alta tensión.
A lo lejos se funde el aire seco
de la conciencia, la verdad
asesina, el tiempo derretido
en borbollones de cristal.
Las furias llegan como pájaros
Carniceros que saben la verdad
última.
Ante el revuelo atonador, renace
la gratuidad furiosa
en la demencia de las vìctimas.
(*) Reproducidos con autorización de la editorial.