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La insignia
12 de junio del 2003


Adiós a la modernidad


Silvia Carnero (*)
La Insignia. Argentina, junio del 2003.


Avatares del posmodernismo, convulsiones de época que sacuden al hombre en su fuero más íntimo, porque le quitan sus resguardos y sus más fieles reaseguros: Dios, la verdad, la posibilidad de conocer las cosas "en sí". De la realidad, le han contado al hombre que es una fábula, de Dios que ya no sirve como fundamento que obra, su concepto, al igual que el de la verdad se han diluido. Se esfumaron con la modernidad misma.

El "pos" despidió a la modernidad y expandió aires nuevos, visiones light de un mundo desconocido, deconstruido, que aguarda, para Fukuyama, entre otros, el fin de su historia. Un mundo posmoderno que explota en diferentes morales, con ausencia de modelos, con una fuerte impronta de ocaso valorativo- para algunos pensadores- y, con un alba axiológica que está mutando, para otros. Y casi como la "Crónica de una muerte anunciada" también le contaron al ser humano que al disolverse el concepto de Dios por considerarlo una aberración metafísica, se preparó el camino para que el concepto de sujeto corriera un destino similar. Y así fue...

El sujeto cartesiano, soberano, consciente de sí mismo, fundante, dueño de sí, se deconstruyó en el pensamiento posmoderno. Ayudaron a destronarlo - el psicoanálisis-; con el descubrimiento del inconsciente el sujeto ya no fue el responsable de sus representaciones y deseos. Por tanto, ya no habría existencia de un sujeto autónomo.

Los desarrollos teóricos del "segundo" Wittgenstein, y su crítica a una filosofía del lenguaje que acepta la idea de un sujeto que impone los significados lingüísticos. Las críticas provenientes del estructuralismo, del postestructuralismo, del desconstruccionismo, etc.

Le contaron al hombre que mataron el concepto de sujeto y surgió con una fuerza renovada el de individuo. Un individuo que sólo se mira así mismo, que es narcisista en grado sumo, que se ha alejado de la vida pública y ha hecho un culto de su vida privada, apático en las cuestiones de la "polis", consumista, hedonista y un gran etcétera.

Es esta nueva realidad "a la carta" la que aguarda a ser reconstruida a través del pensamiento, es una nueva alianza entre el hombre y la naturaleza la que debe surgir. Después de todo y siguiendo a Nietzsche, ya no hay verdad que pueda falsear o desmentir esta realidad, por tanto, de lo que se trata es de vivir este incierto vagabundear con una actitud diferente. Pero hasta tanto el hombre no descubra cuál es el modo correcto, en este mundo del todo vale, seguirá apegado a sus viejas certezas como un náufrago a su tabla.


(*) Profesora en Filosofía.



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