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La insignia
29 de enero del 2003


Salvador Allende en el centro
de la conciencia de los pueblos (II)


Gladys Marín (*)
La Insignia. Chile, enero del 2003.



El movimiento, político y social que encabezó Allende, no surgió de la noche a la mañana, sino que fue el producto de un largo batallar de varias generaciones, de la conjunción de muchas voluntades y experiencias de distinto carácter e intensidad. Se fue armando en las tomas de terreno, en las luchas campesinas, en las huelgas y paros nacionales de trabajadores, a través del movimiento juvenil, con la experiencia de los estudiantes que protagonizaron el movimiento de la reforma en las universidades. La concepción de lucha y nación sustentada por Allende proviene de la participación que le cupo desde sus tiempos de estudiante en las luchas sociales y políticas, de ahí nacen los valores que le permitieron entrar en contacto con los trabajadores, pobladores, militantes de partidos populares, vínculo que supo mantener y fortalecer hasta el final porque sabía que era esencial para llevar adelante los desafíos de su gobierno. Comprendió la relación dialéctica entre lo social y lo político que debe ser la base del movimiento popular y que surge de la necesidad de la transformación de toda la sociedad, no sólo de aspectos del movimiento social y político.

"Una parte del Estado está en manos de los trabajadores a través de los partidos populares y de la Central Única, que representa a todos los niveles de la organización sindical. Y si digo una parte del Estado es porque hay otros poderes independientes, como el judicial o el legislativo, donde no tenemos mayoría. Por eso debe entenderse que, junto con las dificultades inherentes a esa realidad, hoy tenemos que fijarnos objetivos distintos. El primero de todos: consolidar el poder político. El segundo, ampliar ese poder político, el poder popular. Y hacer esto en la forma más efectiva y realista, de acuerdo a las condiciones chilenas.

Cuando yo hablo de ampliar el poder político, pienso que más allá de los límites de la Unidad Popular hay miles y miles de ciudadanos que pueden estar junto a nosotros; hay cientos y miles sin domicilio político, y hay otros que, teniéndolo, no pueden olvidar ni los principios, ni las ideas, y por eso yo los llamo fraternalmente, limpiamente, a trabajar por el Chile nuevo y por la patria mejor que queremos para todos los chilenos.

Consolidar y ampliar el poder popular supone vitalizar los partidos populares, sobre la base de hacer efectiva la unidad, para mantener un diálogo ideológico, polémico, crítico, pero con lealtad y no mirando la parcela partidaria, sino la gran responsabilidad común que enfrentamos.

Fortalecer el poder popular y consolidarlo significa hacer más poderosos los sindicatos con una nueva conciencia, la conciencia de que son un pilar fundamental del Gobierno, pero que no están dominados por él, sino que, conscientemente participan, apoyan, ayudan y critican su acción.

Significa fortalecer el poder popular, organizar la movilización del pueblo, pero no tan sólo para los eventos electorales; movilizarlos diariamente porque el enfrentamiento de clases se produce todos los días, a todas horas, minuto a minuto. Y hay que tener conciencia de ello.

Un pueblo disciplinado, organizado y consciente, es, junto a la limpia lealtad de las Fuerzas Armadas y de Carabineros, la mejor defensa del Gobierno Popular y del futuro de la patria.

Fortalecer, ampliar y consolidar el poder popular significa ganar la batalla de la producción. Óiganlo bien compañeros trabajadores: ganar la batalla de la producción." (2)

Su vida entregada consciente y generosamente en la Moneda, y sus últimas palabras son el mandato que ayer nos impulsó a levantarnos contra la dictadura recurriendo a todas las formas de lucha que nos permitieran terminar con el horror de la traición y recuperar la democracia para nuestro pueblo. Hoy nos mandata construir la alternativa al neoliberalismo porque volvemos a ser millones los que soñamos, actuamos y luchamos. Porque hay una lógica inevitable, que ni todos los ejércitos del mundo pueden destruir, en la cual Allende creyó profundamente: la lógica de la vida humana para lograr la felicidad. La necesidad insoslayable de abrirse camino, y de generar formas superiores de convivencia social.

Es en este sentido que Allende forma parte de la historia del movimiento democrático mundial y su ejemplo lo hace, para el pueblo de Chile y para los pueblos latinoamericanos, un hombre del presente y del futuro. Conocedor de la realidad de nuestros pueblos sabía que el origen de tanta injusticia, del subdesarrollo, es el imperialismo que nos mantiene como países dependientes con economías manejadas desde fuera con violentas y dramáticas consecuencias para nuestros pueblos. En la Asamblea General de las Naciones Unidas señaló:

"Por eso resulta tanto más doloroso tener que venir a esta tribuna a denunciar que mi país es víctima de una grave agresión.

Habíamos previsto dificultades y resistencia externas para llevar a cabo nuestro proceso de cambios, sobretodo frente a la nacionalización de nuestros recursos naturales. El imperialismo y su crueldad tienen un largo y ominoso historial en América Latina, y está muy cerca la dramática y heroica experiencia de Cuba, También lo está la del Perú, que ha debido sufrir las consecuencias de su decisión de disponer soberanamente de su petróleo.

En plena década de 1970, después de tantos acuerdos y resoluciones de la comunidad internacional, en los que se reconoce el derecho soberano de cada país de disponer de sus recursos naturales en beneficio de su pueblo; después de la adopción de los Pactos Internacionales sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales y de la Estrategia para el segundo Decenio del Desarrollo, que solemnizaron tales acuerdos, somos víctimas de una nueva manifestación del imperialismo. Más sutil, más artera, y terriblemente eficaz, para impedir el ejercicio de nuestros derechos de Estado soberano".

Para oponerse a la voracidad del imperialismo, Allende fue incansable luchador por la unidad latinoamericana:

"No podemos aceptar seguir siendo siempre los países de segunda categoría. Debemos elevarnos por nuestros propios esfuerzos.

El esfuerzo individual no se aquilata. Necesitamos el esfuerzo común y colectivo. Necesitamos que las fronteras se hagan pequeñas, no para recibir la influencia de un régimen a otro, sino para fortalecer en la unidad y la lucha combatiente una América Latina" (3).

Hoy los pueblos del mundo se enfrentan a la agresividad bélica creciente del gobierno estadounidense que pretende aplastar toda forma de resistencia a su dominación. Está en desarrollo una estrategia que apunta a la instalación del fascismo en la política de EE.UU. impulsada por los intereses bastardos de la ganancia, de los privilegios extremos del gran capital, contra el que debemos movilizarnos decididamente.

Nuestro XXII Congreso Nacional, realizado los días 31 de octubre, 1, 2 y 3 de noviembre recién pasado ha propuesto convocar a los pueblos de América Latina y del mundo a levantar el Tribunal Mundial de los Pueblos para acusar, condenar y detener la política de los EE.UU. La lucha contra la guerra es parte vital de la lucha por la democracia, y junto al valiente y noble pueblo norteamericano tenemos que responder creando el más vasto, variado y convergente movimiento por la paz y la sustentabilidad del planeta.

Hoy nuestra América Latina sigue siendo tratada como patio trasero del imperio. Las decisiones se adoptan o se condicionan desde las instituciones financieras internacionales controladas por el poder imperial, subordinando a los gobernantes de turno a los grupos oligárquicos transnacionales e internos.

Las conquistas democráticas no han sido recuperadas en las llamadas transiciones, negociadas a espaldas del pueblo. Los parlamentos pierden legitimidad, la gente participa cada vez menos en los procesos electorales, y se recurre más que antes a la represión directa, al ahogamiento de las libertades, al racismo y la xenofobia. El terrorismo de Estado, bajo nuevas formas, sigue siendo recurso de dominación.

Los pueblos de América Latina luchan en forma sostenida y con intensidad creciente contra esta realidad. Somos testigos y actores del inicio de un renovado impulso a las ideas del cambio necesario, del cambio revolucionario porque la aspiración más alta de la humanidad es la aspiración a la superación de todas las injusticias y desigualdades, y eso se logra con profundos cambios revolucionarios.

Para Allende el socialismo es la superación de la sociedad capitalista. Su concepción de socialismo es la más profunda y real democracia.

"Vamos hacia el socialismo, en democracia de inspiración revolucionaria, en pluralismo y libertad".

Más adelante, señala:

"Democracia, para que el pueblo - a través de sus partidos y organizaciones sindicales - tenga acceso a los niveles de nuestra existencia política, social, económica y administrativa.

Democracia para que el pueblo sepa que no queremos su voto cada seis años....."

Queremos más democracia, para que coexista el respeto a todas las ideas" (4).

Los que pretendieron que era suficiente negar la existencia de la lucha de clases para asegurar su dominio, hoy chocan con una ola de convulsiones en un Tercer Mundo donde los pueblos defienden la soberanía y la identidad en condiciones particularmente dramáticas.

El truncado proceso de transición a la democracia en Chile ha servido sólo para hacer de nuestro país una gran mentira que el imperialismo estadounidense levanta para mostrar las "bondades" de sus políticas.

La vigencia de la Constitución pinochetista significa que se mantiene la supremacía de las Fuerzas Armadas sobre la soberanía popular. Permanece el Consejo de Seguridad Nacional con poder para adoptar resoluciones por sobre la opinión del Presidente de la República, y el tribunal Constitucional con facultades para vetar leyes aprobadas por el Congreso y el Presidente. Se mantiene el sistema electoral binominal establecido para impedir que cualquier fuerza política que afecte al sistema pueda acceder a los órganos de poder llegando al extremo de que nosotros - comunistas - hemos llegado a obtener 24% de votación en distritos y no elegimos diputados. Sólo los dos bloques políticos que están por la mantención del sistema pueden llegar al parlamento: la derecha y la concertación. En Chile, el ejercicio de la democracia por el pueblo ha sido reducida a la sola participación, de tarde en tarde, en los procesos electorales.

El gobierno de Lagos ha defraudado las expectativas de millones de chilenos que creyeron en sus promesas electorales. No ha habido reformas constitucionales, tampoco inscripción electoral automática, no habrá cambio de sistema electoral ni en las instituciones como el Consejo de Seguridad Nacional y Tribunal Constitucional.

En el plano laboral, la reformas realizadas por Lagos obedecen a las orientaciones del FMI y BM, es decir, apuntan a una mayor flexibilización de las relaciones laborales. En concreto dichas reformas han significado: establecer jornada laboral de 12 horas, eliminar el descanso dominical, salarios inferiores al mínimo para los jóvenes trabajadores, marginación de importantes sectores de trabajadores de la negociación colectiva, como los trabajadores eventuales, transitorios y temporeros. La legislación laboral de Lagos mantiene los obstáculos para la sindicalización, favorece las prácticas antisindicales y la contratación de reemplazantes durante la huelga lo que en la práctica la anula. Y pretenden pasar a una segunda fase de una mayor "adaptabilidad" laboral terminando con todo control social de las relaciones laborales.

El mundo entero fue testigo de las maniobras que la Concertación desarrolló para impedir que Pinochet fuera extraditado desde Londres a España y ser juzgado allí por crímenes contra la humanidad. Conocida es también la Mesa de Diálogo sobre Derechos Humanos, articulada por Lagos para imponer la impunidad para todos los que violaron los derechos humanos durante la dictadura. Ahí, en medio de un fabricado ambiente dramático se instaló la más reaccionaria interpretación del golpe militar. En el discurso de Ricardo Lagos donde dio a conocer los resultados de la Mesa de Diálogo habló de "la espiral de violencia que condujo al quebrantamiento de la democracia". O sea no hubo golpe militar, sino una espiral de violencia con responsables por ambos lados. Víctimas y victimarios son los responsables. Fue una insolencia contra Allende, el pueblo, los héroes detenidos desaparecidos, sus familiares y toda la sociedad. Ahí se quiso sellar el pacto del nuevo bloque en el poder: Derecha y Concertación. El tiempo y la lucha popular ha ido demostrando la mentira de esta Mesa de Diálogo y que en su momento nosotros denunciamos a la opinión pública nacional e internacional. Los restos que decían habían sido lanzados al mar no ha sido comprobados, y más aún algunos de ellos han sido encontrados dentro de los regimientos. La impunidad, que salva a los criminales y saqueadores de Chile, ha sido instalada oficialmente.

La corrupción que con distintas expresiones se ha manifestado en las FFAA y en el poder Ejecutivo y Legislativo habla no sólo de la pérdida de valores éticos en una sociedad marcada por el individualismo y la ambición del lucro personal sino de la prolongación de las prácticas de la dictadura. La inmoralidad, el tráfico de influencias, el nepotismo, los negociados ponen el punto final a la Concertación.

La corrupción tiene su origen en el sistema neoliberal impuesto por la dictadura, cuyo fundamento es la extrema concentración del poder económico, político, comunicacional y la promoción de una mentalidad y una conducta amoral, arribista y calculadora, en que todo vale para "tener éxito" y conseguir metas, que ha sido instalada en los órganos de poder. Es bajo la dictadura que se realizan los grandes negociados de la derecha y el pinochetismo. Nuestro patrimonio nacional fue entregado a precio vil a los protegidos de la tiranía. Sin embargo la Concertación, comprometida en el Pacto con la dictadura y la derecha, no quiso investigar los negociados, el enriquecimiento ilícito del tirano y su entorno, por el contrario, ha continuado vendiendo las empresas que pertenecieron al pueblo, y el cobre que no se logró privatizar bajo la dictadura, hoy ha sido entregado en un 70% a las transnacionales norteamericanas y canadienses, principalmente.

¡Qué abismo separa a Lagos de Allende!. Allende, luchador incansable por la unidad latinoamericana y su integración económica contra la dominación de Estados Unidos y las transnacionales. Lagos, punta de lanza de la política de EE.UU. en América Latina, acaba de firmar el TLC que significa, lisa y llanamente, entregar nuestra soberanía nacional a los grandes grupos económicos norteamericanos y hace de Chile el puente que cruzará Estados Unidos para dominar todo nuestro continente.

Lo dicho por el senador de la derecha UDI - colaborador de la dictadura Hernán Larraín - lleva a esta conclusión: "Lo bueno de este acuerdo es que Chile asume un compromiso como país de aplicar en forma indefinida la economía libre como sistema económico. Se ha puesto un candado a llegar a una economía socialista, en cualquiera de sus variantes. Nuestras ideas han triunfado, más todavía si consideramos que este acuerdo ha sido alcanzado por un Presidente socialista... El hecho de firmarlo prestigia a Chile y subraya su seriedad como país en la aplicación de un esquema económico durante más de dos décadas, con independencia de los gobiernos que lo han conducido en el período". (El Mercurio, 19/12/02).

En el mismo sentido, Robert Zoellick, Representante de Comercio de Estados Unidos, señala: "El TLC con Chile asistirá los esfuerzos estadounidenses para la liberación en el hemisferio Oeste, promoviendo nuestra iniciativa de establecer el ALCA".

Kathleen Barclay, presidenta de la Cámara Chileno Norteamericana de Comercio recalca: "Tiene impactos (el TLC) comerciales y financieros, pero también tiene un impacto mucho más importante, que es consolidar a Chile en un lugar de liderazgo en el continente. Su impacto va mucho más allá de lo puramente comercial". Y más adelante agrega: "El tratado con Chile es geopolítico y comercial, y para Estados Unidos esto va a dar un impulso muy importante a abrir su comercio". (El Mercurio, 14/12/02).

Los TLC en curso demuestran muy claramente las dramáticas consecuencias que tienen para nuestros pueblos. Ello significa que todos los servicios públicos se entregarán a la inversión privada, los gobiernos se comprometen a otorgar garantías absolutas para la inversión extranjera, todas las compras del Estado deben estar abiertas a las transnacionales, los gobiernos se comprometen a reducir, y llegar a eliminar, los aranceles y otras medidas de protección a la producción nacional, habrá libre importación y eliminación de subsidios a la producción agrícola, se privatizará y monopolizará el conocimiento y las tecnologías, los gobiernos se comprometen a la eliminación progresiva de barreras proteccionistas en todos los ámbitos, se desmantelará la industria nacional y las transnacionales se otorgan el derecho de enjuiciar a los países en tribunales internacionales privados. Definitivamente, los TLC son la nueva estrategia de anexión de nuestros pueblos a la hegemonía militarista de los Estados Unidos.

Frente a esta ofensiva todos y cada pueblo de América Latina deben alzarse en lucha por su independencia, su soberanía, contra las políticas privatizadoras y por los derechos más elementales de los seres humanos.

En este marco, la Revolución Cubana adquiere especial valor político, humano, de atracción para los pueblos en su lucha por construir una sociedad distinta, independiente, solidaria y socialista. Sus valores humanistas, su dignidad, su aporte a la defensa del derecho a la autodeterminación y soberanía de los pueblos y a la causa de la integración latinoamericana son reafirmados al cumplirse los 50 años del asalto al Cuartel Moncada. No permitiremos que Cuba sea agredida por la locura del gobierno de Bush y estaremos junto a millones defendiendo a Cuba, dando más de lo que seamos capaces de dar porque Cuba y Fidel nos representan a todos los pueblos y esta representación se la han ganado con su valentía, consecuencia y solidaridad activa durante más de 43 años.

En el crisol de tal multiplicidad de luchas, nuestro continente va recuperando el pensamiento y la acción latinoamericanista de nuestros próceres en la lucha por la independencia del colonialismo. Sólo así será posible enfrentar la imposición de los Tratados de Libre Comercio y el ALCA, que no son sino nuevas expresiones de la imposición anexionista de total supremacía norteamericana sobre las economías regionales y locales.

La determinación de imponer el ALCA es inseparable de la ofensiva militarista que alcanza particular gravedad en la región. Se dan pasos acelerados hacia la creación de una fuerza militar unificada de las Américas, con capacidad de despliegue rápido e integrada por los ejércitos de cada país, pero comandada, adiestrada y apoyada materialmente por Estados Unidos.

Plan Colombia, Iniciativa Andina, Operación Cabañas y otros planes, bases militares y asesores norteamericanos en diversos países, todos son instrumentos de la estrategia anexionista norteamericana y de las que Chile participa integrándose a los ejercicios conjuntos de los ejércitos del Cono Sur.

Es imperativo que las fuerzas progresistas y revolucionarias de América Latina avancemos en una plataforma mínima para la solidaridad más activa, para la integración y la movilización coordinada en nuestro continente. Tenemos la obligación de unir y enlazar nuestras luchas para desatar un combate más decidido y concertado que golpee las políticas neoliberales, militaristas y anexionistas.

Esta unidad la concebimos como un proceso que debe gestarse, en primer lugar, en la lucha social, en la acción concreta y no solo ni tanto en reuniones y a nivel de directivas y en procesos electorales. El debate, la discusión para el esclarecimiento de las ideas; la lucha para su concreción, para la formación de la conciencia y la organización democrática de la gente, es la base de toda victoria.

Vienen y vendrán otros diversos movimientos y partidos a sumarse al enfrentamiento contra la globalización capitalista y la guerra. Debemos encontrarnos todos, con formas honradas y claras de hacer política. Con proyectos que objetivamente representen a sectores sociales, y al mundo de los trabajadores.

Vivimos un mundo diverso. Diverso en lo político, económico, social y cultural. Diverso en sus realidades y formas de lucha. En ello radica la fortaleza de los pueblos. Allende valoraba esta diversidad cuando en el Acto del 38 Aniversario del Partido Socialista de Chile, el 19 de abril de 1973, hacía alusión a la dedicatoria que el Che Guevara escribiera en el libro "Guerra de Guerrillas" que le había enviado de regalo: "A Salvador Allende, que por otros medio trata de obtener lo mismo".

Nosotros, nosotras, la izquierda que resistió y que se enfrentó a la dictadura, que ha conquistado espacios que hoy posibilitan que lleguen nuevas fuerzas, estamos dispuestos a este desafío. Nos asiste la convicción de que estamos aportando a la construcción de una Alternativa Política y Social y con nuestra lucha, con nuestra visión estratégica, con nuestra ligazón con el pueblo, este proceso es más posible. Y esto no por voluntarismo o papel de "vanguardia", concepto que hemos abandonado hace mucho tiempo para colocarnos junto, dentro y al lado de muchos, sino por nuestras raíces sociales, políticas, culturales que hacen de los comunistas chilenos un factor innegable de mantención de los ideales revolucionarios. En nuestro aporte está la experiencia y el pensamiento de Salvador Allende, que hemos hecho parte de nuestro ideario.

No es casual que a 30 años de su muerte, Allende sea símbolo de lucha, consecuencia y sacrificio sin límite y es lo que explica que la consigna: "Se siente, se siente; Allende está presente", surque los aires del mundo voceada por millones de seres humanos, y que en cada manifestación popular en Chile, particularmente juvenil, su nombre se grite con fuerza, nervio, rebeldía y emoción.

Es necesario estudiar la experiencia de los mil días del Gobierno de la Unidad Popular, del papel de Salvador Allende y rescatar para estos nuevos tiempos todo su valor.

En el nuevo escenario mundial y latinoamericano podemos decir que Allende sigue vigente. Él creyó y luchó soñando que "Otro Mundo es Posible". Así lo demuestran las realizaciones profundas de su gobierno y la conciencia que acompañó todas sus décadas de lucha que hacía de lo social y lo político ámbitos en los cuales él se movía sin falsas dicotomías y realizando una cotidiana labor de educación política.

Salvador Allende fue una vida de concepciones y principios firmes, de consecuencia a toda prueba, de lucha incansable por la justicia social y la dignidad del pueblo. Valores éticos ausentes en estos tiempos de oscurantismo neoliberal.

Desde la Moneda bombardeada y en llamas dijo:

"Colocado en un trance histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen, ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos" (5).

La figura de Allende se levanta como alternativa ética de amor intransable, por la justicia social, por la liberación de los seres humanos. Sus sueños de igualdad, libertad, democracia son los sueños con que los pueblos de nuestra América Latina ingresan al siglo XXI, y hace más firme la convicción de que "Otro Mundo es Posible".

Santiago, enero del 2003


Notas

(2) Discurso pronunciado en la Plaza Bulnes de Santiago el 1° de mayo de 1971, Día Internacional del Trabajo. (3) Discurso pronunciado ante el Congreso Pleno de Colombia el 30 de agosto de 1971. (4) Ibid. (5) Últimas palabras de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973

(*) Presidenta del Partido Comunista de Chile.



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