Las brigadas muralistas chilenas, y esencialmente la brigada Ramona Parra, constituyeron un experiencia de publicidad política absolutamente original. Su aprendizaje y su experiencia se realizaron en la calle, de día y de noche, perseguidos por sus adversarios, reprimidos por la policía. En esas condiciones nació un arte rápido, directo, eficaz. Su influencia -sobre todo la gráfica política- fue considerable. Una buena muestra son los coloridos afiches en los que diferentes creadores expresaban su apoyo al proceso que se vivía.
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