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23 de septiembre del 2001 |
Calígula (acto III, escena III) Albert Camus
Calígula: ¡Helicón!
Helicón: ¿Qué hay? Calígula: ¿Adelanta tu trabajo? Helicón: ¿Qué trabajo? Calígula: Bueno... ¡la luna! Helicón: Es cuestión de paciencia. Pero quisiera hablarte. Calígula: Quizá tuviera paciencia, pero no dispongo de mucho tiempo. Hay que darse prisa, Helicón. Helicón: Ya te lo dije, haré lo que pueda. Pero antes tengo cosas graves que anunciarte. Calígula (como si no hubiera oido): Fíjate que ya la he poseído. Helicón: ¿A quién? Calígula: A la luna. Halicón: Si, naturalmente. ¿Pero sabes que conjuran contra tu vida? Calígula: La he poseído, enteramente. Sólo dos o tres veces, es cierto. Pero de todos modos, la he poseído. Halicón: Hace mucho rato que trato de hablarte. Calígula: Fue el verano pasado. Después de mirarla y acariciarla mucho sobre las columnas del jardín, acabó por comprender. Halicón: Terminemos con ese juego, Cayo. Mi obligación es hablar aunque no quieras escucharme. Peor para ti si no escuchas. Calígula (aún ocupado en teñirse las uñas de los pies): Este barniz no vale nada. Pero volviendo a la luna, fue una hermosa noche de agosto [Helicón se aparta con despecho y calla, inmóvil]. Hizo algunos remilgos. Yo ya me había acostado. Al principio, ella estaba ensangrentada, sobre el horizonte. Luego empezó a subir, cada vez más ligera, con rapidez creciente. Cuanto más subía, más clara iba haciéndose. Llegó a ser un lago de agua lechosa en medio de aquella noche llena de estrellas apretadas. Llegó entonces con el calor, dulce, ligera y desnuda. Cruzó el umbral del aposento y con segura lentitud llegó a mi cama. Decididamente, este barniz no vale nada. Pero ya ves, Helicón, puedo decir sin jactancia que la he poseído. Helicón: ¿Quieres escucharme y enterarte de lo que te amenaza? Calígula (se detiene y lo mira fijamente): Sólo quiero la luna, Helicón. Sé de antemano quién me atará. Todavía no he agotado todo lo que puede hacerme vivir. Por eso quiero la luna. Y no reaparezcas antes de habérmela conseguido. Helicón: Entonces cumpliré con mi deber y diré lo que tengo que decir. Han organizado una conspiración contra ti. Quereas es el jefe. He encontrado esta tablilla que puede informarte de lo esencial [Deja la tablilla en uno de los asientos y se retira]. Calígula: ¿Adónde vas, Helicón? Helicón (En el umbral): A buscarte la luna. |
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