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24 de diciembre del 2001 |
México Una preparatoria para Tonantzintla
Elena Poniatowska
Nueve kilómetros separan la ciudad de Puebla de la iglesia de Santa María Tonantzintla y el observatorio del Instituto de Astrofísica, Optica y Electrónica (Inaoe). Asentado en el valle de Cholula, una de las regiones más antiguas de México, protegido por el Popocatépetl, el Iztaccíhuatl, la Malinche y el Pico de Orizaba, el observatorio se ha vuelto una gran central de energía y ha influido en la vida del pueblo.
Ahí se desarrollan algunas de las mejores actividades científicas del país en astrofísica, óptica y electrónica. Además de la Vía Láctea, los astrónomos observan la estrella Polar a 19 grados sobre el horizonte norte. La latitud geográfica permite apreciar una parte de la galaxia que no abarcan los observatorios del hemisferio norte, y en los cuarenta y en los cincuenta Guillermo Haro y su equipo -Braulio Iriarte, Enrique Chavira, Graciela y Guillermina González- encontraron un número importante de estrellas T Tauri, estrellas ráfaga, galaxias y estrellas azules, cuasares, nebulosas planetarias y los famosos objetos Herbig Haro, que Haro descubrió en el cielo de México, independientemente de Herbig. Ya para 1956, Haro publicó un hallazgo formidable: el descubrimiento de 44 galaxias azules. Como lo dice el doctor en astronomía Manuel Peimbert Sierra, en esa época México se convirtió en el líder mundial en el estudio de nebulosas planetarias y sigue siéndolo hoy en día. Bajo este cielo excepcional viven los 5 mil habitantes del pueblo de Santa María Tonantzintla, cuyo destino ha cambiado radicalmente gracias a la presencia del observatorio. No hay hombre, mujer o niño del pueblo que no se sienta parte del observatorio. Las mujeres que antes subían a hacer las camas y a preparar la comida de los visitantes estadunidenses, rusos, holandeses y franceses ahora tienen hijos astrónomos u ópticos u electrónicos. Fascinados por la actividad del instituto tienen plena conciencia de que en Tonantzintla ha surgido un nuevo y poderoso modo de pensar. Se enfrentan cara a cara con una de las disciplinas más estrictas y exigentes: la astronomía. ¿Qué pasaría si Tonantzintla se convirtiera, gracias a la astronomía y al entusiasmo de sus habitantes, en el primer pueblo científico del país? El clamor por una preparatoria Moisés Tecuahuey Cielo, Carmen Técuatl Porquillo, Omar Quechol López, Antonia Porquillo Tepanecatl, Refugio Tepancuey, Pedro Tepantécuatl y Verónica Toxqui cambiaron el cultivo de la tierra por la ciencia. "De niña ayudaba a hacer quesos, iba a la milpa; mi papá iba arando, nosotros destapando la milpa, íbamos abonando. Siempre crecimos en el trabajo. Fuimos diez hermanos y yo soy la mayor'', dice Antonia Porquillo Tepanecatl. A Moisés Tecuahuey Cielo lo invitaron a un seminario de matemáticas básicas: "Anduve pegando las invitaciones en la tiendita para que todo mundo asistiera a ese curso". Allí conoció a Guillermo Haro, Luis Rivera Terrazas, Oswaldo Harris, Alejandro Cornejo, Daniel Malacara y más tarde habría de tratar a Luis Carrasco, Octavio Cardona, El Zacatecas, Mariano Aceves, Manuel Méndez, Alfonso Serrano y Elsa Recillas, y fue tanto su entusiasmo que después siguió cursos de matemáticas, geometría analítica y electrónica. Algunos de sus compañeros se capacitaron en óptica, geometría y pulido de lentes de vidrio, mientras él, por ser el más joven, tuvo la oportunidad de estudiar la preparatoria en Puebla y en la UAP la carrera de física. Tiene 23 años de dar clase en una prepa y se considera "la primera consecuencia del Inaoe en el pueblo". Gracias al Inaoe, gran número de habitantes de Tonantzintla ha estudiado computación y electrónica. Claudio Torres y Verónica Toxqui lograron triunfar, aunque otros se han quedado en el camino. Preocupados porque la ciudad de Puebla los está invadiendo, los poblanos de Tonantzintla quieren vivir de otra manera. Creen que la ciudad va a devorar sus tierras, de por sí gastadas de tanto sembrarse, y buscan nuevas fuentes de ingresos. El 50 por ciento de la gente vive del campo; 25 por ciento del comercio y 25 por ciento de los derivados de la leche (queso, crema, quesillo, mantequilla...), aunque les resulta difícil distribuir productos lácteos. "Mi abuelo seguramente aprendió a hacer queso y mantequilla de los italianos, porque trabajó con ellos en Chipilo", dice Antonia Porquillo Tepanecatl. Intentaron sembrar flores porque allá se daban delfinios altos y gallardos, pero tuvieron muy malas experiencias. "Había ocasiones en que llenábamos camiones y nos íbamos a Puebla, a México y hasta a Acapulco, y sólo la tirábamos porque nadie compraba nuestra flor; imagínese, tres o cuatro meses de trabajo para ir a tirarlo a la basura. Una vez que llegué con carga a México vendí dos manojos de todo el camión. No me alcanzó ni para el desayuno ni para el pasaje de regreso. Hace cinco años la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos nos dijo que sembráramos cempasúchil pero resultó un fraude, se levantó la cosecha y nadie nos pagó". Las mil 500 cabezas de familia quieren un bachillerato. De hecho, el amor al estudio se inicia en la infancia y el ejemplo del Inaoe hace que 550 niños esperen entrar a primaria. En el primer año de secundaria recibieron solicitudes de 150 alumnos. Veinte muchachos habían decidido dejar de estudiar, ya no había oportunidades para ellos, pero la idea de la preparatoria es una esperanza y ahora quieren seguir. "Tenemos talento y no hay que desperdiciarlo", dice Refugio Toxqui. Los viejos, anclados en el pasado Por lo pronto el bachillerato se imparte en un local al lado de la iglesia. Toñita Porquillo Tepanecatl dice. "Fue un problema para que nos dieran un local, el mismo cura no quería, tuvimos que ver al arzobispo, el párroco de San Andrés tenía miedo, el nuevo fiscal también, los viejos nunca quieren que las cosas cambien, se apegan a las tradiciones, no creen en la superación ni en el progreso, más bien no saben lo que es, logramos la entrevista con el arzobispo y él nos apoyó; fue un éxito. Ahora tenemos el compromiso de juntar dinero para la compra del terreno y empezar la edificación de la preparatoria". Los muchachos quieren superarse, casi todos trabajan, pero si no hay escuelas, "nos arriesgamos a que formen banditas y pandillas. No tienen otro destino sino el de irse a trabajar a la fábrica de pantalones de mezclilla Induma Jeans, y el dinero que ganan lo gastan en diversiones y se olvidan de estudiar. Otra opción para ellos es venir al Distrito Federal a ser aprendices de todo y oficiales de nada, o irse de mojados". Mejor que estudien Pablo Alarcón Peña, maestro de secundaria, interviene: "Que no se vayan a las fábricas, porque éstas van y vienen, pero la preparación es la que queda, la que cuenta. Si los jóvenes van a la escuela a aprender, ejercerán una profesión". El barroco en manos indias de la iglesia de Santa María Tonantzintla es un foco de atracción para el turismo, pero los habitantes del pueblo jamás ven el dinero que dejan los visitantes. Todo es para la iglesia. María del Carmen Técuatl es la voz en defensa de las mujeres de Tonantzintla: "Muchas de nuestras mujeres están acostumbradas a no salir de la casa, son madres de familia de tiempo completo y siento que para ellas puede haber otra preparación. Podríamos montar una escuela en donde las mujeres aprendieran un oficio y dejaran de depender del marido, porque eso es lo único que le queda a la mujer cuando se casa: depender totalmente del marido. Mientras si aprendemos un oficio, vamos a valernos por nosotras mismas y por lo tanto vamos a tener derechos. A mí sí me gustaría que mi pueblo saliera adelante, que las muchachitas se prepararan y no se casaran tan jovencitas, porque imagínese tan chavitas y luego llenas de hijos, pues ni disfrutan su juventud, se les amarga la existencia, se les acaba el mundo". El terreno para la preparatoria cuesta 360 mil pesos y tiene un pozo de agua. Para reunir fondos se pide una cooperación de 400 pesos por cada padre de familia; sin embargo, pocos han colaborado, se les hace mucho aun cuando están concientes de que es un bien para su familia y su comunidad. Se han hecho rifas; en la más reciente, los habitantes invirtieron 15 mil pesos y ganaron casi 19 mil. La ganancia fue sólo de 4 mil pesos. Organizan bailes, aunque recuperan muy poco. Hablan con el presidente electo de Cholula para pedirle ayuda, pero todo va a paso de tortuga. Los jóvenes son los entusiastas, pero los de sesenta años para arriba son mucho más tradicionales y no tienen conciencia de la importancia de la construcción de la preparatoria para arraigar a sus hijos y nietos. En general, los del barrio de San Miguel, San Diego y San Andrés cooperan mucho más para restaurar iglesias que para levantar una escuela. Es la tradición. Hace años, Guillermo Haro ayudó a construir la única primaria en el pueblo, que sigue funcionando. Por eso los habitantes quisieran que su preparatoria futura llevara el nombre del astrónomo. Los cursos impartidos por el instituto para que la población estuviera más cerca de la ciencia y la visita de los científicos de otros países que venían a Tonantzintla a proseguir investigaciones también han servido para la desmitificación de la ciencia ante los leguleyos. Así, los habitantes de Tonantzintla se han dado cuenta de que no es indispensable ser un genio para entender matemáticas ni álgebra ni geometría. Sólo se necesita un buen maestro. "México no es un país de segunda -dice sonriente el maestro Pablo Alarcón Peña-, podemos desarrollar una ciencia y una tecnología a partir de nuestras necesidades. Sólo es indispensable una infraestructura que el gobierno tiene la obligación de cimentar". Aunque saben que el número de científicos dedicados a la astronomía en los países del primer mundo es muchísimo mayor que en México, que los recursos materiales tecnológicos e instrumentales son infinitamente superiores, los Tepancuey, los Tepantécuatl, los Toxqui tienen confianza en que Tonantzintla se convierta en un semillero de hombres de ciencia, y para ello es indispensable tener una preparatoria. Don Refugio Tecuahuey, padre de Moisés, fue director de la orquesta típica del estado de Puebla y ahora es un gran profesor de física y el principal impulsor de la preparatoria. También Alfonso Quintero, Mauro Landa, el maestro José Luis Ruiz, figuras conocidas del pueblo, lo mismo que Toñita Porquillo Tepanecatl y la famosa doña Vicky, que se sabe todas las historias de todos y las cuenta mientras les vende sus copas. Lo que ningún habitante de Tonantzintla desea es que los jóvenes huyan del pueblo por falta de oportunidades y sobre todo por no haber sido preparados desde pequeños. Por eso, piden su preparatoria, para no desesperarse al no conseguir una mejor forma de vida e irse, como ha sucedido con tantas ciudades fronterizas que ahora son pueblos fantasmas. No debemos olvidar que sólo en Nueva York hay 800 mil poblanos que emigraron por hambre y falta de oportunidades. |
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